El progrom venezolano

Triste ver multitud de colombianos atravesando el río Táchira acarreando sus escasas pertenencias: aparatos de televisión, escaparates, atados de ropa, uno que otro electrodoméstico, etc., tratando de evitar los vejámenes físicos y la destrucción y pillaje de sus haberes, todo a manos de la guardia nacional venezolana. Reminiscente de los pogrom nazis contra los judíos marcan las viviendas de los colombianos con una R (revisado) o una D (demoler). Es obvio que ante una inminente derrota en las elecciones del 6 de diciembre, el gobierno chavista busca, por cualquier medio, enturbiar el ambiente y, para ellos, nada más efectivo, creen, que apelar al sentimiento chauvinista y provocar un incidente grave con las autoridades colombianas. Así, piensan, el pueblo venezolano rodeará al régimen y votarán a su favor. Debemos estar listo para mayores provocaciones en los próximos tres meses. Cómo será la desfachatez que el Defensor del Pueblo venezolano afirma ”que un grupo importante de ciudadanos colombianos han pedido regresar a su país voluntariamente, para lo cual han recibido apoyo logístico de las autoridades venezolanas” y la canciller venezolana le pide a Colombia que presente “un plan acucioso de soluciones a los problemas que afectan a Venezuela”. El problema, todos lo saben, estriba en el régimen económico socialista y la supresión de la democracia impuestos por el chavismo. Pero si aún estos burdos expedientes no le funcionan a Maduro, se abre la posibilidad de un enorme fraude electoral y mayor represión. Pronto Venezuela será otra Cuba.

La reacción del Gobierno colombiano, no es de extrañar, ha sido sumisa. Desde hace tiempos el chavismo nos chantajea. Sabemos que asilan a los cabecillas del Eln y de las Farc y que los ayudan con dinero y armas. El expresidente Uribe, en forma rutinaria soezmente insultado sin que nuestras autoridades expresen su protesta enérgica, ha dado las coordenadas. El chantaje estriba en dar mayor apoyo a la guerrilla y en descarrilar las negociaciones de La Habana, que, saben (como lo saben también las Farc), el presidente Santos pagará casi cualquier precio por salvar. Nuestro Gobierno debería tener listas, desde hace tiempo, una serie de medidas de retaliación contra los embates chavistas, pero parece que no dispone de ninguna que resista las mencionadas amenazas. Colombia debería, al menos, llamar a su embajador a consultas y pedir la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la OEA. El secretario de Unasur, Ernesto Samper, quien salió, raudo, al apoyo del chavismo afirmando que sí hay paramilitares colombianos en Venezuela, debería, por elemental solidaridad con el sufrimiento de sus connacionales maltratados, renunciar al puesto, aunque este se lo deba a Maduro y Colombia debería retirarse de Unasur. Todo esto aunque Maduro se ofenda y nuestros izquierdistas callen.

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