Encuestas, partidos y elecciones

Las encuestas son instrumento útil, siempre y cuando se utilicen para registrar hechos existentes, no para tratar de crearlos, y se suba el nivel de la discusión pública.
Al día de hoy es notorio que existe gran desconcierto y confusión en la ciudadanía frente a las elecciones regionales de octubre. Difícil imaginar mayores y más preocupantes caos y desconfianza preelectorales.

Como lo he repetido aquí, en Colombia prácticamente desaparecieron los partidos políticos que mostraban planteamientos concretos y a cambio fungen como dispensadores de avales sin responsabilidad política alguna.

Irónicamente, los partidos surgidos tras la Constitución del 91 para proteger a las minorías (afrodescendientes, indígenas) son los mayores comerciantes de avales distribuidos a diestra y siniestra (nunca se sabe si de manera realmente desinteresada), sin tener en cuenta pensamiento, trayectoria, respaldo, transparencia, ni real compromiso de los 'avalados'.

A un elector le resulta difícil encontrar diferencias, por ejemplo, entre los partidos Liberal, Conservador, Cambio Radical o de ‘la U’. Ese ciudadano carece de elementos de juicio para decidir su voto a conciencia, pues el panorama le enseña solo un auténtico baile de máscaras donde los distintos aspirantes cambian la suya a diario y sin rubor.

El mecanismo de inscripción por firmas, que tuvo como objetivo inicial facilitar que ciudadanos sin trayectoria ni apoyo partidista pudieran entrar al juego democrático, también está totalmente desvirtuado y desprestigiado en manos de curtidos políticos que lo utilizan para facilitar alianzas que de otra manera no podrían darse, o por candidatos derrotados dentro de sus propias toldas partidistas.

La prohibición constitucional a miembros de una familia para aspirar en una misma lista a corporaciones, alcaldías o gobernaciones se ve fácilmente burlada cuando esos “clanes” se “dividen” en grupúsculos que por carecer de diferencias reales se autofacilitan la jugarreta.

Las encuestas, procedimiento válido en la sociedad moderna para registrar tendencias, en nuestro medio han contribuido a la confusión, porque al no haber fronteras ideológicas en debate, aquellas han pasado de registrar hechos políticos a crearlos: la discusión gira entonces en torno a “medir” el porcentaje de simpatía ciudadana por el candidato y no a estudiar su trayectoria personal y política, ni muchísimo menos sus propuestas, casi siempre esencialmente iguales.

En una misma semana, o menos, como ocurrió hace pocos días en Bogotá, aparecen encuestas contradictorias, ¡pese a que el trabajo de campo se hace en las mismas fechas!

¿Está fallando la metodología o el tipo de preguntas? Lo peor que nos podría ocurrir sería que comenzaran a surgir sospechas sobre particulares compromisos de las firmas encuestadoras, sus directivos o patrocinadores. Porque este es instrumento útil, siempre y cuando se utilice para registrar hechos existentes, no para tratar de crearlos y, además, se suba el nivel de la discusión pública.

A propósito, llama la atención una propuesta de Alfonso Reyes Alvarado, rector de la Universidad de Ibagué, quien, con metodología de una ONG británica que ya ha aplicado (‘compás político’), sugiere un foro con candidatos a los que se les formule preguntas concretas sobre temas ideológicos (aborto, familia, relaciones de pareja, libertad y seguridad, papel del Estado en la economía), o pragmáticos con temas como movilidad, seguridad, espacio público, medioambiente y desarrollo, para llevar las respuestas a un computador y establecer si realmente el candidato es de izquierda, centro o derecha, y si está más cerca de la autoridad que de la libertad.

Frente a tanta orfandad programática e ideológica, esta idea podría aplicarse con las particularidades del caso, para que los electores, más allá de las máscaras, pudieran determinar si el candidato es confiable o no, si podrá cumplir sus promesas, y si lo que plantea es realizable o utópico.

Ese debate sería mucho más útil que limitarse a porcentuar candidatos en una encuesta como las que se hacen hoy en el país.

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