ABRIR LA FRONTERA

¿Qué evaluación hacer de lo que ocurrió ayer en Quito, de la reunión Maduro-Santos?

Que se haya dado la reunión, en sí mismo, fue cosa buena; es un progreso. Pero es lo menos que podía darse. Entre Colombia y Venezuela no hay una situación de anteguerra o preguerra, como pinta el estado de cosas el gobierno de Venezuela para el consumo interno y trabajar para abrir de inmediato esa frontera es lo menos que se puede hacer.

Estuve oyendo noticias en emisoras de  Venezuela, y el comentario es que “cesó el peligro de confrontación inminente entre dos ejércitos”. ¡Carreta! Ese nunca ha sido el caso. Entre colombianos y venezolanos no hay estado psicológico de guerra ni nada que se le parezca. Al contrario; por eso es que la frontera hay que mantenerla abierta: porque somos un mismo pueblo que vive en dos países.

Si se quiere estudiar un caso real de confrontación, de odio, separación y peligro permanente de guerra, basta ir a la frontera Argelia-Marruecos. Para ellos, tener cerrada una frontera por décadas, es algo natural. La mantienen cerrada con tranca y candado. Los pueblos de Marruecos y Argelia han organizado sus vidas, sus economías, como si ese asunto no fuera a resolverse nunca. Los pueblos de Venezuela y Colombia, no; al contrario. Nadie imaginaría la vida de Venezuela y Colombia, de sus zonas de fronteras, sin una interacción muy dinámica; con una vida cotidiana de tránsito entre un territorio y otro como si pasaran de un barrio a otro de la misma ciudad. Pasa en Cúcuta, en Arauca

Entonces, el objetivo de ambos pueblos es que la frontera se abra; a todas horas; sin condiciones. Pero, ¿quién la cerró? ¿Fueron los pueblos? ¿Fueron las autoridades fronterizas, los gobiernos locales de Táchira, Norte de Santander, Arauca?

La frontera la cerraron Maduro, Diosdado y los jerarcas del partido de extrema izquierda que mal gobierna a Venezuela. Ellos la cerraron. Y es a ellos a quienes hay que obligar o convencer para que la abran. Eso hay que entenderlo. Por eso, lo único que yo diría -con cierto fastidio y críticamente- sobre las palabras del presidente Santos, es que él resulto aceptando como válidos los pretextos para el cierre aducidos por Maduro, Diosdado y los jerarcas del PSUV.

¡No, Presidente Santos! No es cierto que haya contrabando de combustibles y alimentos hacia Colombia por culpa de Colombia, como afirma Maduro. Ese es un hecho económico ajeno a la voluntad de alguien. Tanto que en nuestra frontera sur ocurre lo contrario: filas de ecuatorianos compran en Ipiales. ¿Cerramos esa frontera, entonces?

¡No, Presidente Santos! No es cierto que nosotros podamos resolver el tema de la tasa de cambio en Venezuela. No es cierto que cerrando casas de cambio en Colombia, habrá mercado de divisas en Venezuela. Fue la política de Maduro la que llevó a la moneda venezolana al precio irrisorio que tiene frente al peso y el dólar.

¡No, Presidente Santos! No hay una organización paramilitar de Colombia dirigida por expresidentes (e, incluso por usted, como ha dicho Maduro) que quiera asesinar o derrocar al presidente venezolano.

¡No, Presidente Santos! El tema del combate al narcotráfico no puede ser una responsabilidad exclusiva de Colombia. El "Cartel de los soles", reseñado en expedientes en Estados Unidos y en Europa, tiene capturados escenarios estratégicos de poder del régimen de Maduro en complicidad con la organización terrorista FARC, aliada del PSUV.

Y, Presidente Santos. Recuerde mencionar el tema de los derechos humanos de los colombianos y de la oposición venezolana. La dignidad y la solidaridad son las palabras que deben guiarlo en sus reuniones con el tirano.

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