Ecuación antiuribista

Con el descubrimiento de buena parte de las verdades ocultas de la mujer que durante años conocimos como Natalia Springer, hemos entendido cuál es el verdadero objeto de los multimillonarios contratos que le ha regalado la Fiscalía General de la Nación: meter a la cárcel, al precio que sea, al ex presidente Uribe y a su entorno político y familiar.

Así lo dio a entender el Fiscal Montealegre quien el miércoles de esta semana, cual rabioso abogado defensor, abusó de las ondas radiales para exaltar la honorabilidad y transparencia de la contratista Springer, o Lizarazo como mordazmente la llama la opinión pública.

En palabras de Montealegre, las críticas al modelo de “Springer” se deben a que un sector del país, fundamentalmente el uribismo, tiene mucho miedo de los resultados del mismo una vez comience a ser implementado.

Un día después de la comparecencia mediática del Fiscal, surgió en escena la egocéntrica contratista quien con total cinismo trató de convencer al país de que sus conocimientos y su trabajo son únicos en el universo. No se requiere haber adelantado estudios de psiquiatría para establecer que ella sufre un desequilibrio que le impide diferenciar entre la realidad y la fantasía.

Es una absoluta irresponsabilidad que el Fiscal haya delegado en ella y en su supuesto equipo de trabajo la función de diseñar un sistema de investigación que en la práctica es impreciso, subjetivo, esotérico y violatorio de los más elementales principios del derecho probatorio.

No se trata de caer en teorías conspirativas, pero resulta bastante sorprendente que sea la señora “Springer” quien lleve a cabo esa innoble misión. Ella no ha ocultado su animadversión –odio- a todo lo que camine sobre la línea doctrinaria de Álvaro Uribe. Sin prueba alguna, ella acusó al uribismo de ser el autor de la desventura que hoy padece por cuenta del develamiento de su verdadera identidad y de sus multimillonarios contratos.

Pero “Springer” no está sola. Aparte de sus hermanos, en su empresa labora nadie más ni nadie menos que Víctor Javier Velásquez, el hijo de Iván Velásquez, aquel ex magistrado auxiliar que durante el gobierno del ex presidente Uribe se obsesionó con encarcelar con base en elementos probatorios endebles y cuestionables a personas afines al Ejecutivo.

El trípode es perfecto: un Fiscal abiertamente hostil al Centro Democrático, una mujer ambiciosa que en aras de ganarse una cuantiosa suma de dinero prestará su nombre para hacer una fórmula matemática que reemplace la carencia de pruebas judiciales y quien lideró la persecución judicial contra el ex presidente Uribe. Entre esas tres personas nefastas fabricarán lo que durante años anhelan quienes se vieron golpeados por la Seguridad Democrática: la ecuación que destruya de una vez y por todas al uribismo.

Enterados de la tramoya, nos corresponde elevar las respectivas denuncias. La primera alerta debe hacerse ante la opinión pública en general y los militantes uribistas en particular. ¿Vamos a permitir que un fiscal obsesivo logre su cometido? No. Tenemos que acudir a las instancias judiciales que corresponda para poner en conocimiento de ellas lo que está urdiéndose contra el principal partido de oposición en Colombia.

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