No más Samper

“Que los cielos y la tierra retumben para maldecir a esos traidores que entregaron a su país y a su gente a una nación extranjera; que sus almas no encuentren reposo hasta el fin de los tiempos porque lo más sagrado que tiene un hombre es su honor y la patria”. Juan Ignacio Paulino Ramírez, conocido como El Nigromante. 15 de septiembre de 1863.

Ahora que estamos en manos de un gobierno que traicionó a 9 millones de colombianos en su primera elección presidencial y de ahí en adelante decidió traicionar a todos los demás, entregándonos al mayor cartel narcoterrorista del planeta, retorciendo el sistema judicial y promoviendo golpes de Estado como el que le quieren propinar al Congreso para cumplir las órdenes de los cabecillas de La Habana, entendemos a quienes dicen que la traición es el alma de los miserables.

Que tengamos que soportar unos años más al gobierno en ejercicio, aliado con dictadores y delincuentes ahora convertidos en actores políticos, es el costo de la democracia. Pero no logro entender qué mal hicimos para tener que seguir siendo víctimas de un sujeto tan funesto en todos los órdenes como el que con vergüenza debemos llamar expresidente.

Sin duda que nos hemos equivocado todas las generaciones de colombianos, hemos permitido que algunos pocos hayan puesto sus objetivos por encima de la ley y de la vida de muchos, hemos dejado de hacer muchas cosas que ahora pagamos con intereses de usura, pero no creo que hayamos sido los más malditos de la galaxia para tener que haber sufrido, y sobre todo, seguir siendo víctimas de un sujeto como ese.

Aunque el actual gobierno resultó siendo más nefasto que el suyo, y de lejos, haber tenido a alguien como Samper de presidente de Colombia es la señal de que nuestra sociedad y el sistema político están gravemente enfermos. Pero que alguien como él siga haciéndole daño a este país es un ensañamiento que ni siquiera Colombia se merece, y si algo de dignidad nos queda, no debe permitírsele más.

¿Cómo es posible que después de sufrir lo que sufrimos por su culpa y la de sus secuaces, que hoy hacen parte del gobierno y especialmente de la Rama Judicial, tengamos que ser víctimas de la traición del que ahora funge como secretario de Unasur?

Los colombianos de hoy no pueden olvidar lo que este indigno presidente hizo y sigue haciendo en contra de su país, y menos aún, los colombianos del mañana no deben quedar ignorantes de su accionar, porque ellos seguirán siendo afectados por su comportamiento.

Haber traicionado a Colombia en el humillante ejercicio de atropello de la dictadura venezolana a nuestros compatriotas, no tiene perdón y menos olvido. Con tal de quedar bien con su patrón a quien le debe su nuevo sueldo, presuroso salió a servir de eco a las falacias del tirano venezolano. Es que ni una pizca de vergüenza habita en él, ni siquiera para haberse declarado impedido de opinar.

Un sujeto como este no merece tener cédula colombiana y no merece representar a este país ni siquiera en el infierno.

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