De delincuentes a servidores públicos

Además de izquierdista radical, es diputado. Le preguntó al ministro: “Ha aprendido alguna lección del conflicto colombiano en torno a la paz y no cree que el diálogo es la mejor herramienta para solucionar conflictos”.

“No habrá justicia transicional ni de otro tipo. Se aplicará la justicia de la Audiencia Nacional, la competente contra los atentados y organizaciones terroristas como ETA, que hemos tenido que enfrentar por décadas. Ellos, mediante la socialización del sufrimiento y del terror, han pretendido imponer su proyecto totalitario y excluyente al conjunto de la sociedad española. Ese proyecto ha sido derrotado policial y operativamente por el estado democrático de derecho”, le contestó el Ministro del Interior al diputado y simpatizante de ETA.

Los valores y principios terroristas de las Farc no parecen acomodarse a un sistema democrático y de libertades. Después de tantos años con un fusil debajo del brazo, este se convirtió en su principal instrumento político, mucho más que un debate, un discurso o un escrito. Durante 50 años han mostrado a los colombianos su credo político: a quien disiente de ellos lo “desaparecen”.

Alemania y España han aprendido que la resocialización de un terrorista no es fácil. A quienes capturan y sentencian con cárcel, una vez cumplida la pena, los jueces pueden imponerles medidas de seguridad complementarias como libertad vigilada. Es una manera de controlar que no vuelvan a sus temibles costumbres.

La mayoría de los colombianos estamos a favor de la paz. Pero no entendemos como pretenden llevar al Congreso a quienes se caracterizan por su intolerancia e incapacidad de asimilar los principios democráticos. Al Congreso y al Gobierno debemos llevar a quienes se destacan por el respeto, honorabilidad, profesionalismo y empeño en trabajar por el bien de la comunidad. De ninguna manera a pistoleros y narcotraficantes. Si negociamos la paz, a cambio de los principios que constituyen los valores de la democracia y de las sociedades libres, nos espera un futuro bastante sombrío.

Necesitamos líderes con diversidad de ideas y propuestas, pero que acepten las reglas de la democracia.

Las alianzas y nexos de las Farc con ETA y con grupos terroristas islámicos han sido ampliamente documentados, lo cual es comprensible, pues comparten los mismos métodos. Las Farc son consideradas internacionalmente como el movimiento terrorista más antiguo del mundo. Hacer un recuento de sus actos terroristas daría para varios libros. Se calcula que en sus 50 años de terror han causado más de 300.000 muertes.

Trescientos niños, mujeres y campesinos semidesnudos, aferrados a la vida, corrieron a la iglesia para protegerse de la balacera. Dos mil guerrilleros, bajo el mando de Iván Márquez, quien próximamente podría convertirse en un ilustre congresista colombiano, asediaban a la población. Dispararon tres cilindros bombas para acabar con quienes se refugiaban en la iglesia. Uno de ellos dio en el blanco. Varios de los sobrevivientes, muchos heridos gravemente, fueron rematados al salir corriendo. Murieron 117 personas. Las Farc se deleitaron en una orgía de sangre de tres días.

El mundo cerró filas contra el terrorismo por el atentado en París, donde murieron 129 personas. Nosotros, a quienes han cometido peores masacres que la de París, les abriremos las puertas del Congreso. Pero Colombia no es España ni Alemania ni Francia, aquí somos más creativos: inclusive ¡elegimos como alcaldes a delincuentes que están en la cárcel pagando condena!.

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