Se van a robar las elecciones

El próximo domingo hay votaciones parlamentarias en Venezuela y el chavismo se las va a robar. Lo sabe el oficialismo y la oposición y los gobiernos vecinos y los organismos internacionales, pero nadie parece interesado en detenerlo. Es un desastre. Una catástrofe política que pasa por los ojos del mundo mientras se convierte en tragedia social.

Nicolás Maduro, el incompetente, no se sonroja siquiera cuando dice que aún en el hipotético caso de una derrota él desconocerá los resultados para gobernar de la mano con el pueblo, y las armas, por supuesto, en una dictadura con todas las letras de la palabra. Pero eso difícilmente ocurrirá. En el denso ambiente de la política venezolana la coerción al votante tomó hace ya muchos años tintes orwellianos y ahora, que resulta evidente el descontento ciudadano, la maquinaria autoritaria apretó las tuercas. El desvencijado chavismo trata de minimizar los efectos del golpe y organiza las fichas del tablero para proteger al rey. Las dispone a su acomodo, sin importar reglas ni leyes, y callando las escasas voces que se atreven a importunar.

Pero aún a pesar del robo, que es y será evidente, el discurso oficial aumentó en virulencia los últimos meses y crece a medida que se acerca la hora de abrir las urnas. Del inepto de Miraflores para abajo, incluyendo por su puesto al boliburgués de Diosdado Cabello, se hace evidente en el ruido y la gritería un nerviosismo ausente en otras épocas, cuando el apoyo popular parecía holgado. Vivimos otra etapa. Ha muerto el comandante y la revolución se cae a pedazos.

Cualquiera que se atreva a cuestionar el proceder del oficialismo chavista durante esta semana, sea nacional o extranjero, individuo u organización, recibirá un rosario de insultos que abarcarán desde la grosería directa hasta la falsa imputación delincuencial. Es la reacción lógica ante la falta de argumentos que les ha funcionado por más de una década.

El domingo será una fecha decisiva no solo para Venezuela, sino para el vecindario y de la manera como reaccionen nuestros gobiernos frente a las irregularidades dependerá buena parte del futuro de la región. Ante la desgracia de un robo innegable, la confianza reposa en una condena que cierre el círculo sobre el gobierno que no quiere seguir las normas democráticas.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar