Eln: entre la espada y la coca

Hace cincuenta años era Presidente de Colombia, Guillermo León Valencia. Con motivo del año nuevo dijo que la paz era su regalo para los colombianos. Durante su mandato, según el editorialista de un periódico local, “se han extinguido las cuadrillas que quedaban en algunas regiones y operaban exterminando campesinos. Solo quedan restos de bandas que no están en capacidad de producir mayores desastres y que terminarán por caer en manos de la Fuerza Pública”. Hace veinticinco años, el mismo periódico, titulaba: “Feliz 1991. Que llegue la paz”. Y la noticia pertinente: ese año, Colombia presenciará el desarme de tres grupos guerrilleros: el Ep, el M19, el Ptr y el Quintin Lame. Sin embargo, Jesús Antonio Bejarano, consejero presidencial, asesinado después en la Universidad Nacional por las Farc, dijo que mientras haya terrorismo no se negociara. Efectivamente, los grupos señalados se desmovilizaron, entregaron sus armas y dedicaron su nueva labor a la actividad civil y democrática. Sus dirigentes han cumplido su compromiso. Varios exguerrilleros obtuvieron representación, por elección popular en la Asamblea Constituyente que expidió la Carta Constitucional de ese año. Por supuesto que las Farc y el Eln se opusieron a seguir ese camino porque estaban convencidos de llegar al gobierno por la vía armada.

Conocemos hoy en qué andan las Farc. No sabemos a ciencia cierta cómo se encuentran los “elenos”, pero se sospecha que entrarían en diálogos con el gobierno actual. El Eln es una guerrilla típica que nació de las entrañas de Fidel Castro, cuando el mítico revolucionario quiso extender el ejemplo de Cuba a los demás países latinoamericanos. El Eln es, además de marxista, una manifestación de la teología de la liberación, época encuadrada por la clerecía interpretativa del concilio Vaticano II. De esa ideología mixta, híbrida, entre catolicismo y comunismo tropical cubano, se alimentó febril el Ejército de Liberación Nacional, Eln, que ni es ejército ni nos liberó de nada, pero si se especializó en secuestros, rupturas de oleoductos, agresiones al medio ambiente, narcotráfico y demás delitos contra la sociedad y el Estado. El Eln se caracterizapor su ensamblaje con la población civil en las áreas que influye y por su presencia clandestina en universidades y organizaciones sociales. No tiene partidos ni movimientos políticos legales, sus bases de reclutamiento son los jóvenes campesinos y la pequeña burguesía citadina, para decirlo en su lenguaje. Pero con el correr de los años, ha tenido rompimientos internos profundos y fracturas militares que lo convierten en una federación de frentes guerrilleros, con los cuales es casi imposible conseguir una clara determinación homogénea para transitar hacia un acuerdo de paz.

Al Eln han llegado, por la vía teológica y eclesiástica, sacerdotes católicos españoles, que han querido “hacer las Américas”, un supuesto apostolado en nombre de la “pobrecía”. Inclusive el anterior comandante, reemplazado por el actual, Gabino, fue el padre Manuel Pérez. En sus filas militó y murió el cura Camilo Torre Restrepo, quien abandonó la lucha popular que encarnaba el Frente Unido, para ingresar a la guerrilla. Se suponía que una colilla de cigarrillo podía incendiar el bosque. Pero Camilo murió sin recibir las insignias de “comandante”.

Negociar un acuerdo de paz con el Eln va a ser, quizás, más difícil que con las Farc. Partamos de una evidencia: la Fuerza Pública no combate al Eln con la misma intensidad que a las Farc, antes de La Habana. Y lo será así porque nuestras Fuerzas Armadas están desarmadas de su naturaleza combatiente. Otra vez el gobierno negociará la agenda nacional, asignada por la democracia a sus gobernantes. De tal manera que se adentrarán en asuntos energéticos e hidrocarburos, los mismos puntos de justicia y punibilidad y los veremos proponiendo una Asamblea Popular que “involucre" a todas las capas de la sociedad, algo así como los soviet rusos o similar a la forma corporativa del fascismo italiano de Mussolini. Será una verdadera piñata dialogante y bipartita donde el Eln, con una tropa de 1.200 guerrilleros y unos 3.000 miembros de apoyo logístico, enfrentará a un Estado democrático con 48 millones de ciudadanos y una Fuerza Pública de 470.000 uniformados.¿Seremos un espectador que asume la decepción de ser tratados como una minoría?. Mientras tanto, el Eln escribirá en las paredes externas del capitolio: Nupalom. Es decir: “ni un paso atrás, liberación o muerte”. Ni lo uno, ni lo otro.

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