Identificando al animal, el oportunista, el hombre y el sabio político

La libertad política implica la libertad de expresar la opinión política que uno tenga, oralmente o por escrito, y un respeto tolerante hacia cualquier otra opinión individual. Albert Einstein

Habló Aristóteles del ‘animal político’ (zoon politikón en griego) refiriéndose a la naturaleza social del hombre, a su interés por la ‘polis’ y su clasificación como especie animal, prevalente entre los griegos, para el hombre interesado en la política. Hoy se le utiliza con el sentido de alguien que, por su ‘instinto’ político se convierte en un referente necesario que ha demostrado algo poco usual, como es la sabiduría, por lo que deberíamos situarlo en un nicho especial de la especie humana.

Diría yo que esa sabiduría no es solamente la del verbo, sino la de aquel que sabe actuar como un animal, un oportunista o un hombre, en el momento justo, en el lugar adecuado, con las personas precisas, con contundencia y sin vacilación, con un argumento, un arma o un sentimiento sabio. A veces su única salida es el sacrificio (cometer un delito, sacrificar su vida. Ejemplos: Ricaurte en San Mateo; Lincoln tuvo que comprar el voto de algunos congresistas para que aprobaran la liberación de los esclavos) que otros pretenden imitar sin lograr resultados porque no estuvo presente la intención correcta. Por eso hay rondando por ahí un falso Simón Bolívar, otros pretenden ser Fidel Castro y recientemente algunos intentan ser Nelson Mandela, o un Marco Tulio Cicerón del foro romano con ínfulas de administrador.

El escenario político actual en Colombia está poniendo a prueba una de las características de las sociedades democráticas para la toma de decisiones en la que todos los electores deberían tener la misma oportunidad de influir en el marco de decisiones importantes para el futuro mediante el voto o el debate. Sin embargo, una gran mayoría del electorado puede ser irracional o ignorante acerca de las cuestiones que se discuten, no tener discernimiento del significado real de las decisiones políticas, los partidos, o los políticos, y de las consecuencias de sus intervenciones. Por ese motivo planteo una orientación sui generis para entender un posible y poco deseable fracaso del proceso de paz y la irracionalidad política con la que se vienen tomando decisiones, al entender el entramado político de acuerdo con la naturaleza de los actores participantes.

En nuestro caso colombiano, el fracaso político podría deberse a hombres de naturaleza diversa asociados en un esfuerzo supuestamente altruista cuyas decisiones frecuentemente PUEDEN TOCAR LA LINEA ROJA DEL DELITO, decisiones dirigidas a influir en un electorado poco informado, constituyéndose así una desigualdad política ventajosa para quienes han sido delincuentes. Se configura así un flagrante delito de engaño político, pues así como montar emisoras para hacer propaganda subversiva dirigida a la toma del poder es un delito político, el engaño, con el mismo fin, también debería serlo.

El acuerdo de La Habana, supuestamente ejerce un pensamiento libre, en la búsqueda del mejor camino para todos; pero los métodos difieren de una persona a otra e incluso los fines pretendidos. Quien verdaderamente posee un pensamiento político, sabe escuchar, ver las carencias y necesidades de su pueblo, pero no se queda en ello: piensa una idea, la comunica, indaga sobre los medios con que cuenta, los organiza y selecciona con base en la idea, cuantas veces sea necesario, escucha las críticas, replantea su accionar, y finalmente ejecuta la acción.

Sin embargo, al buscar la gente la seguridad y tranquilidad de la paz, basada en un RAZONAMIENTO POPULAR, consideran que si un montón de gente está haciendo algo, entonces debe ser bueno, deben tener razón; tiene que ser una buena idea. Muchas personas siguen a otros de manera casi automática. A veces lo hacen porque desean seguir el camino de menor resistencia. Otras, por miedo al rechazo. O bien, porque creen que hay sabiduría en hacer lo de todos. Al pensamiento popular le encanta el statu quo. Pone su confianza en la idea del momento. Esa es la paz. Así como lo fue la vida violenta como pan de todos los días. En esas condiciones, ¿puede generarse un pensamiento de discusión política de calidad que pueda ejercer un verdadero contrapeso democrático a las pretensiones de unos facinerosos? Veamos unos ejemplos de PENSAMIENTO POPULAR utilizado como argumento central de la negociación en una operación de manipulación sicológica presentada como opción prevalente, más parecida a hipnosis colectiva con base en una idea única, cuando existen muchas otras posibilidades de interpretación.

Argumento popular. Nadie se sienta a negociar para ir a la cárcel. Aparentemente es una verdad lógica que expone la relación de causa – efecto en un proceso de negociación; pero esa ‘verdad lógica’ no describe la verdad de la situación real de Las Farc, antes de la negociación, y de por qué se sentaron a negociar. Consideremos los siguientes motivos:

1. No podían derrotar al estado.
2. Al negociar podían salvar la vida, pues el darlos de baja era cuestión de tiempo, oportunidad y método.
3. Un delincuente negocia porque está rodeado, virtual o fácticamente, por el estado, lo que le produce una condición difícil que puede llegar a ser letal. Ir a la cárcel, en vez del cementerio, significa que ganó la vida.
4. Los medios de cualquier estado son infinitamente superiores a los de un grupo terrorista.
5. Los terroristas quieren ‘disfrutar’ algo: vida, riqueza, tranquilidad; luego tienen mucho que perder, lo que los hace vulnerables, como cualquier cristiano.

Ahora bien, si le aplicáramos al ‘Proceso de Paz’ en vez de un ‘pensamiento popular,’ un RAZONAMIENTO DE CALIDAD, tendríamos que hacernos, antes de votar por un simple Sí o NO, unas cuantas preguntas como las que siguen.

1. Propósito: ¿Qué trato de lograr, concretamente y de manera verificable, con el proceso de paz? ¿Cuál es mi meta central al votar, apoyar o no apoyar? ¿Cuál es mi propósito?
2. Información: ¿Qué información estoy usando para llegar a esa conclusión? ¿Qué experiencias tenemos o hemos tenido con las Farc para apoyar esa afirmación? ¿Qué información necesito para resolver esa pregunta y estar seguro?
3. Inferencias / Conclusiones sobre el proceso de paz. ¿Cómo llegué a esa conclusión? ¿Habrá otra forma de interpretar esa información?
4. Conceptos: ¿Cuál es la idea central del proceso de paz? ¿Puedo explicar o justificar esa idea?
5. Supuestos: ¿Qué estoy dando por sentado? ¿Qué suposiciones me llevan a esta conclusión?
6. Implicaciones/Consecuencias: Si alguien aceptara mi posición, ¿Cuáles serían las implicaciones? ¿Qué estoy insinuando?
7. Puntos de vista: ¿Desde qué punto de vista estoy acercándome a este asunto? ¿Habrá otro punto de vista que deba considerar?
8. Preguntas: ¿Qué preguntas estoy formulando? ¿Cuáles estoy respondiendo, con precisión, con respecto a qué? Por lo que, las PREGUNTAS sobre afirmaciones de la guerrilla, el gobierno, la opinión, los acuerdos logrados, los pendientes, implicaciones, tendrían que CONFORMAR LA EFICACIA DE UNA HERRAMIENTA QUIRÚRGICA DE PRECISIÓN RACIONAL, como la que sigue:

A. Claridad. ¿Podríamos ampliar sobre ese asunto? ¿Podrían darme un ejemplo? ¿Podría ilustrar lo que quiere decir?
B. Exactitud. ¿Es posible verificar eso? ¿Es posible saber con certeza si eso es cierto? ¿Cómo se puede probar?
C. Precisión. ¿Pueden ser más específicos? ¿Pueden ofrecer más detalles? ¿Pueden precisar más?
D. Relevancia. ¿Qué relación tiene con el problema de la paz? ¿Cómo afecta eso al problema? ¿Cómo nos ayuda con el asunto?
E. Profundidad. ¿Qué hace de esto un problema particularmente difícil? ¿Cuáles son algunas de las dificultades de esta pregunta? ¿A qué complicaciones habría que enfrentarse?
F. Amplitud. ¿Habría que examinar esto desde otra perspectiva? ¿Habría que considerar otro punto de vista? ¿Habría que estudiar esto de otra forma?
G. Lógica. ¿Tiene esto sentido? ¿Existe una relación entre el primer y el último párrafo? Eso que dice, ¿se desprende de la evidencia?
H. Importancia. ¿Es este el problema más importante que hay que considerar? ¿Es esta la idea central en la que hay que enfocarse? ¿Cuál de estos datos es el más importante?
I. Justicia. ¿Tengo un interés personal en este asunto? ¿Represento los puntos de vista de otros justamente?

Si los señores periodistas, directores de medios, intelectuales, se HICIERAN ESTAS Y OTRAS PREGUNTAS, las DEBATIERAN dentro de un SANO EJERCICIO DE DEMOCRACIA PARTICIPATIVA, no tendríamos la necesidad de pasar por la vergüenza internacional de tener a un Procurador que le hace 45 preguntas al Presidente, que son ignoradas olímpicamente, sobre un proceso que le interesa a la opinión nacional e internacional, que obviamente adolece de un órgano crítico contundente. ¿Por qué lo digo?

El reciente resultado de las investigaciones de un estudio controlado con estudiantes de ciencias políticas de prestigiosas universidades norteamericanas en el campo de la psicología política, concluye que las redes han creado “burbujas sociales” que pueden limitar la manera cómo nos comunicamos con los demás de manera eficiente y creativa en asuntos de política. Como consecuencia, añaden, se crea "un pensamiento de baja calidad" sobre asuntos de gran importancia."Los que hablan de política con la gente que ven y valoran a menudo, están expuestos a los mismos y repetidos argumentos de sus contactos frecuentes, lo que conduce a una mayor polarización política, pero al costo de debilitar nuestra capacidad para deliberar de manera amplia, coherente y creativa para discutir los temas de importancia del día y los de trascendencia permanente. Eso ha creado un empobrecimiento de la opinión pública mundial que favorece la falta de examen de los desafueros que ocurren frente a nuestros ojos.”

Ante esta ‘enfermedad’ debemos vacunarnos con un órgano crítico que nos suministre la herramienta que se describe a continuación para PERFILAR a los negociadores políticos de La Habana, los domésticos y los internacionales, en relación con su TALANTE COMO POLÍTICOS O NEGOCIADORES, no como personas; a no ser que tengan un prontuario criminal. La clasificación de animal, oportunista, hombre, viene dada por la relación universal de la política con el delito. Las variables de la orientación política obedecen a características culturales que marcan a los grupos y personas generando estilos políticos encontrados. Propongo así la siguiente herramienta de perfilación política basada en un modelo antropológico para Colombia:

 

ORIENTACIÓN DE LA POLÍTICA

RANGOS

ANIMAL

OPORTUNISTA

HOMBRE

¿Cuál es el carácter esencial de la política?

La política es una actividad poco confiable

La política es una actividad que, a veces es confiable, y muchas veces no lo es.

La política es una actividad muy confiable, altruista.

¿Cuál debe ser la relación del hombre con la política?

El hombre debe someterse a los dictados de la política, el partido.

El hombre debe armonizar su relación con la política de acuerdo con su conciencia.

El hombre debe dominar la política para ponerla a su servicio, o al de los otros, de manera positiva.

¿Cómo debe ser la orientación de la política en relación con el tiempo?

La política debe estar orientada hacia el pasado y sus tradiciones.

La política debe estar orientada hacia las oportunidades del presente.

La política debe ser proyectada hacia las perspectivas futuras positivas.

¿Cuál es la naturaleza de la actividad política?

Lo que eres, es lo más importante (Tu apellido, ascendencia, estirpe, influencia) ¿No sabe usted quién soy yo?

Cómo te desarrollas es lo más importante (carrera, profesión, diplomas, títulos, universidad, barrio)

Lo que logras, el bien que haces por los demás, es lo más importante.

¿Cómo deben ser las relaciones sociales en la política?

El sometimiento a la autoridad y la jerarquía es lo que cuenta.

La determinación del grupo, el colectivismo mental es lo que cuenta.

La individualidad, la persona y sus derechos son lo que cuentan.

¿Cómo puede darse la relación entre la política con el delito?

Necesaria y sin cuestionamiento.

A veces necesaria, selectiva.

Incompatible

Tendríamos entonces que el ‘animal político’ de Aristóteles habría simbólicamente ‘mutado’ en otras especies políticas que nos irían acercando a la realidad de ‘una política humana’ que habría superado sus ‘taras’ hereditarias y que nos permitiría realizar los ideales de cualquier sociedad en la medida de las posibilidades del grupo. Tal progreso se empieza a ver en ciertos grupos humanos no necesariamente relacionados con el acontecer político tradicional.

La tabla anterior se presta para ‘combinar’ características de manera natural, o a voluntad para identificar los fundamentos de un estilo político y tomar una decisión. Ningún político, desde luego, va admitir que es un ‘animal pura sangre’ aunque tal clasificación incluya envidiables características de ‘pedigree.’ Todos querrán ser ‘humanos.’ ¿Por qué? Porque la herramienta propone ‘el momento de la verdad’ de ‘prueba’ de toda actividad humana, en este caso, la relación con el delito que es el talón de Aquiles de todos los políticos. Por ese motivo en el proceso de la Habana se habla de ‘impunidad,’ de ‘traición’ porque si, de manera natural y espontánea, esperamos que toda política sea ‘humana’ no podemos dejar pasar las características que presentan el ‘animal’ y el ‘oportunista.’

Ahora bien, el peligro que debemos aprender a detectar no es que un político se perciba como animal, oportunista o humano; el peligro es el ‘sabio’ de la tribu quien, se camufla ofreciendo sacrificar su ‘capital político’ en aras de una medida impopular pero necesaria, porque ese sacrificio político puede ser compensado por otros réditos desconocidos. Otro peligro es que los ‘sabios’ no puedan probar que el negocio de la paz sea mejor que el de la guerra, pues así no hay manera de que la guerra, en todas sus variables, desaparezca. En nuestro caso, con las Farc y sus ambiciones de poder para ofrecer un producto chimbo y fracasado, la posibilidad de la continuación de una infructuosa lucha política por evitar la implantación del comunismo, va a producir una versión doméstica de la guerra fría, máxime si no van a entregar las armas.

Si en Colombia el fin de la ‘violencia’ se negoció con el reparto de la torta burocrática entre liberales y conservadores, el post conflicto colombiano va a ser la guerra fría doméstica centrada en el desacuerdo del reparto de las ‘habitaciones’ de la casa llamada Colombia. (Ver la editorial de Juan Manuel Santos “Coger la toro por los cachos” publicada en El Tiempo el 4 de septiembre de 1998) La principal causa de peleas entre los habitantes del inmueble será la rivalidad de ideologías que cada ‘habitación’ defienda y la ‘oposición’ económica de habitaciones enfrentadas. Vemos el ejemplo de Bogotá.

Un alcalde socialista afectó el concepto de manejo de propiedad privada en términos de impuestos, expansión; favoreció las obras sociales del sur, su fortín político, en desmedro del norte. Pretendía Petro garantizar todas las necesidades de sus votantes, pagadas con los impuestos de sus opositores. Así, la posibilidad de que las Farc tengan acceso al poder tiene la misma función de las armas nucleares en la confrontación de la guerra fría entre soviéticos y norteamericanos: una amenaza permanente. Vemos entonces que la homogeneidad política de la izquierda sin armas se vuelve más real, tal como ocurrió con el Pacto de Varsovia para enfrentar a la OTÁN.

La redistribución del Plan Colombia puede tener la misma función del Plan Marshall de reconstrucción, si a las Farc no se les sigue atravesando el huesito del poder porque los gringos no son tan bobos para ayudar a reconstruir un país en industria y producción agrícola para un posible régimen comunista. No sé si el postconflicto se pueda sintetizar en la creación de un ‘teléfono rojo’ entre las cárceles o haciendas de recreo de las Farc donde pagarán sus ‘condenas’ y el Palacio de Nariño, al igual que ocurrió entre Washington y Moscú. En ese sentido es bueno saber quién va a posar de ‘sabio’ de la tribu, pero que en realidad es un ‘animal’ disfrazado de ‘hombre.’

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