El trillado Conejo

Ya, después de varios días, el tema de la vereda Conejo parecería trillado, pero es tan grave que hay que repetirlo hasta cuando el Gobierno se dé cuenta de que el pueblo colombiano no quiere la entrega como lo planea el señor presidente Juanpa.

Para empezar, quiero recordar una anécdota de un hecho real que retrata muy bien lo que pasó en La Guajira y la reacción de los responsables. Ocurrió en Medellín cuando un marido infiel estaba con la empleada del servicio en labores non sanctas en el cuarto de ella. La señora, inquieta por la tardanza del marido para volver a la cama, lo buscó donde suponía que podía estar. Al abrir la puerta, él, con voz de reprimenda, le dijo “te descubrí mirándome”.

Lo de Conejo se había vuelto una práctica repetida violatoria de las leyes. En el Putumayo, en el Caquetá y en otros sitios, como han informado, pasó lo mismo. Esta vez se descubrió y Humberto De la Calle Lombana se enfureció porque lo cogieron haciendo lo que tantas veces habían hecho. Grave y humillante haber retirado nuestro Ejército del lugar y obligarlo a no cumplir con su deber con la patria. Grave haber permitido una pedagogía sobre la paz con armas de guerra en sus hombros. Grave la tan respetada anteriormente Cruz Roja Internacional transportando guerrilleros armados y en forma clandestina. Grave que sea en las cercanías de la frontera donde se refugian los guerrilleros y pasen libremente cuando los colombianos de bien no pueden pasar. Grave la mentira repetida por el Gobierno de que la pedagogía sobre la paz se haría después de la firma del acuerdo. En definitiva, lo más grave para este país es la permanencia en el poder de este Gobierno nefando para Colombia.

Hablando de la guerrilla, este diario publicó unas entrevistas con guerrilleros del frente 18 de las Farc, asentados (peligrosamente) en las cercanías de Hidroituango (recordemos lo que pasó con Porce IV).

En esas entrevistas, criticadas por algunos, nos muestran lo que son y lo que piensan. Vemos con preocupación lo que va a pasar una vez firmados los acuerdos. Cuando se le pregunta a alias “el Flaco” qué esperan del acuerdo de paz, dice, entre otras cosas, “una paz con justicia social, sin impunidad…” lógico que no se refiere a la impunidad para ellos que ya está acordada, ¿será que esperan que a nuestros militares y policías se les castigue por el cumplimiento de su deber?

Le preguntan a qué se dedican en el campamento durante las conversaciones de La Habana. Contesta: “Charlas, conferencias, a estudiar los documentos que salen de La Habana”. Lo que quiere decir que ellos sí están bien informados de lo que se trata en las conversaciones de paz, mientras los colombianos ignoramos la entrega que el gobierno acepta. Dice también que no cultivan coca, que no procesan cocaína, que solo “hemos solicitado un impuesto”. Tan mentirosos como el Gobierno. “Siempre hemos vivido de la cuota, de pronto una cuota voluntaria del finquero, del comerciante”. ¡Pa’ los pendejos! como decía un tío mío.

A la pregunta si perdonarían a Samir y a Karina, se va por las ramas, definitivamente ellos no perdonarán ni olvidarán. ¿Lo habrá para quienes los combatieron?.

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