Su silencio duele y avergüenza

Que se “integre”, que “las condiciones están prácticamente dadas” para comenzar oficialmente con los diálogos de paz, dice el jefe negociador del Gobierno Humberto De la Calle; “estamos listos desde noviembre pasado” (…) “la iniciativa de la resolución de aspectos operativos está en manos de la delegación del Gobierno”, asegura el jefe de la banda del ELN alias “Gabino”, mientras que el presidente Santos recalca que les están pidiendo “desde hace ya algún tiempo que se facilite una serie de reuniones que tenemos todavía por delante”.

El balón va de un lado para otro, juego que favorece, exclusivamente, a los criminales del ELN, expertos en manejo de tiempos de conversaciones y en arte del caramelo. Y, en el medio de este tire y afloje, militares y población civil padeciendo las arremetidas de esos bárbaros que siguen asesinando, secuestrando, extorsionando y destruyendo la infraestructura nacional.

Dos años de conversaciones y nada de nada. El desespero del Gobierno es evidente, puesto que cada día que pasa se les distancian más y más de los tiempos de La Habana.

Pero los antisociales no gastan afán porque saben que tienen la sartén por el mango. Conocen las debilidades del presidente Santos y su necesidad de conseguir eso que él llama paz, y es el pasaporte obligado para hacerse al anhelado premio Nobel, por eso se están haciendo de rogar. Quieren lo concedido a las Farc y algo más.

Saben, porque ese fue el precedente sentado desde los inicios de las conversaciones de Cuba, que a mayores daños, mayores logros y menores exigencias por parte del Gobierno.

Por eso no sorprende que después de que Colombia entera se conmoviera al conocer el desgarrador video sobre la supervivencia del señor Ramón José Cabrales, y las emocionadas súplicas de la madre y de la esposa, no oyéramos palabra alguna del presidente y, menos aún, que se condicionara esa mesa a la liberación del secuestrado.

Tampoco asombra la pasmosa indiferencia mostrada luego de conocerse el asesinato de Jefersson Beltrán y Norberto Bautista, los soldados que fueron atacados con un “balón bomba y tatucos”, hace un par de días, mientras cuidaban el oleoducto Caño Limón – Coveñas; o bien, el secuestro del suboficial Jair Villa, encargado de defender la planta de energía eléctrica Doña Teresa, en el municipio de Segovia (Antioquia).

Ni la diligencia y prontitud para cumplir con la exigencia que le hicieran los bandidos, de entregar los restos del cura guerrillero.

El ELN mostrándose más poderoso de lo que es y el Gobierno agachando la cabeza y callando para no ahuyentarlos.

¡Esto es francamente repugnante! ¡No podemos continuar así!

El país se está desbaratando carcomido por la corrupción que ha generado el cartel de las palomas. El presidente Santos lo está arruinando en la búsqueda de su embeleco y lo único palpable, después de cinco años del más ignominioso despilfarro, es que las atrocidades de los terroristas (Farc y ELN), no cesan y la descomposición social y el rechazo a su gestión siguen en ascenso. Que los grandes medios ignoren o minimicen estos asuntos no quiere decir que no estén ocurriendo.

Pregunto ¿un mandatario con un índice de favorabilidad del 21 % y una desaprobación a su gestión superior al 60 %, tiene derecho a que el Congreso le otorgue facultades especiales?

De todas maneras, debo decir que si a la familia de Ramón José, “el silencio del presidente” le “lacera el alma”, a los colombianos de bien, además de dolernos profundamente, nos avergüenza.

Razones y más razones para decirle NO al plebiscito.

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