La marcha

No fue una marcha cualquiera la del sábado pasado. No lo fue, tanto que en Centroamérica el presidente Juanpa (como le gusta que le digamos) no pudo decir lo contrario. Tuvo que reconocer que fue una protesta multitudinaria. La marcha anterior a esta, la minimizaron los medios oficialistas engañando a la gente. La del sábado, sabían que sería inútil minimizarla. Entonces, durante la semana anterior, los áulicos del régimen trataron de atemorizar a la gente. Seguramente algunos, o muchos, se abstuvieron de concurrir por puro miedo.

Un éxito a pesar de que, para atemorizar, el arrodillado frente a todos los gobiernos, Roy Barreras, regó la especie de que esa sería una marcha armada. Sí, fue una marcha armada de valor, de protesta contra este desgobierno, de entereza frente a las amenazas.

Otros difundieron un supuesto panfleto de las Águilas Negras, que no habían vuelto a aparecer, en el que decían que apoyaban la marcha y asistirían a ella. Otros gobiernistas, atemorizados por el claro deseo de la genta de asistir, se tomaron la vocería del clan Úsuga para regar la especie de que este grupo terrorista asistiría a la marcha. No sé si tendrán tanta amistad y reconocimiento frente a este grupo, como lo tienen con las Farc y con el ELN, para tomarse esa vocería.

Los benedettis, los roy barreras, los gobiernistas y el propio gobierno se llevaron la gran sorpresa de que el pueblo colombiano prefiere someterse a los peligros de las amenazas oficiales, que a seguir soportando un presidente entregado a la subversión, que acabó con las instituciones y que nos conduce hacia el abismo.

Quiero agradecer y reconocer la tarea de vigilancia, protección y control de la Policía Nacional con tanta eficiencia. La tuvimos en las calles por donde pasamos marchando.

Me conmovió, y hasta me produjo rabia, ver tantas pequeñas pancartas con los nombres de los presos políticos. Recordé, con profundo dolor, a Venezuela, donde permanecen en la cárcel los líderes opositores al régimen. En Colombia se ha multiplicado el número de esos presos en las cárceles de un gobierno desprestigiado.

Faltaron las centrales obreras que no han reaccionado todavía o no se han dado cuenta de lo que les espera en el futuro. El gobierno les fijó a los trabajadores el salario mínimo en 689.484 pesos mensuales para una jornada de ocho horas, mientras he oído que a los guerrilleros se les ofrecen 1.800.000 por sentarse a recordar las atrocidades que cometieron contra el pueblo colombiano, sin pagar por sus delitos y sin hacer ninguna labor, premiados con un salario casi el triple del de los trabajadores honestos.

No me opongo a que se les pague a quienes se entreguen y entreguen las armas si se les pone a trabajar en algo. Por ejemplo: se me ocurre que se les podría fijar la tarea de hacer la erradicación manual de sus cultivos ilícitos, siempre vigilados por la fuerza pública. A ellos, que saben de minas antipersonales, se les puede asignar la tarea de hacer el desminado. Otra tarea bien importante para el futuro del país podría ser dedicarlos a reforestar las tierras donde ellos acabaron con los bosques para sembrar coca.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar