Jano Manuel Santos

El canal de Bocachica se profundizará hasta 20,5 metros, y todo lo que allí se encuentre que se vaya al carajo. ¡Pobres corales! ¡Pobre medioambiente!

El problema se agrava porque el Presidente mismo no quiere ayudarse. Con todo respeto, ni más faltaba, pero Juan Manuel Santos maneja una actitud doble, doble mirada, doble discurso. Por eso lo voy a llamar Jano Manuel Santos. Jano era el dios de doble cara, miraba para delante y para atrás. Nuestro Presidente va a los grandes foros internacionales sobre el medioambiente y maneja un discurso hermoso, poderoso, convincente. Y de regreso al país, hace todo lo contrario. ¿Ejemplos? Todos los que quiera. Hoy me limitaré a dar uno. Bueno, tal vez dos. Firmó emocionado, o tal vez sin darse cuenta, todos los compromisos del Milenio y todos los del clima de París.

Y… oigan, aterrados lectores, lo que dijo un funcionario del Ministerio de Transporte: “Ese canal se tiene que hacer, no hay estudios todavía, no hay licencia, pero el Gobierno central lo ha puesto como una prioridad nacional en infraestructura”. Por donde se mire, esta declaración es de una ignorancia, un cinismo y un descaro infinitos. Se refiere al inicio de las obras para hacer un canal de acceso alterno a la bahía de Cartagena, llevándose por delante los arrecifes coralinos de Bocachica y Barú. De nada han valido, hasta ahora, las bien fundadas protestas de los científicos y de las organizaciones ambientales.

El canal de Bocachica se profundizará hasta 20,5 metros, y todo lo que allí se encuentre que se vaya al carajo. ¡Pobres corales! ¡Pobre medioambiente! Y, sobre todo, pobre actitud la del Presidente de la República y la de su mandadero Germán Vargas Lleras, que allí ha metido de lleno la cabeza. ¿Este Lleras es el que van a elegir algunos colombianos como próximo presidente? Que el terremoto y la presidencia de Lleras nos cojan confesados.

Para rematar las bárbaras declaraciones arriba escritas, el mismo funcionario terminó con esta sibilina advertencia: “Que con esto se manda un mensaje a toda Colombia y al mundo entero de que a este país no lo para nadie”. Estoy de acuerdo: a este presidente y al vicepresidente no los para nadie en la destrucción del medioambiente. Ya pueden desgañitarse el científico Mateo López Victoria y muchos colombianos que protestan contra la barbarie, que a este país no lo para nadie.

Germán Vargas Lleras, a través del Invías, anunció recursos por 60 millones para el canal, la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena estableció 50 millones para la misma obra y Ecopetrol, 10. Estos guarismos son en dólares.

Y para completar la imparable destrucción, compañías mineras nos pretendieron arrasar uno de los paisajes más bellos de Colombia que todos, propios y extranjeros, visitamos con emoción: Salento y su valle de Cocora, el emporio del árbol nacional de Colombia, la palma de cera del Quindío. Y la pelea no es solo por un símbolo nacional. Quedaremos como un… (impronunciable palabra de cuatro letras) o mejor como un zapato ante el universo de la cultura representado por la Unesco, ya que esta región del Quindío forma parte del paisaje cafetero, declarado Patrimonio de la Humanidad.

Se diría que el Gobierno, en su afán minero, y desde luego las compañías mineras quieren a toda costa, proteste quien proteste, acabar con la riqueza natural del país y con el agua, en este caso del Quindío. Los colombianos decentes, que millones los hay, y los quindianos, orgullosos de nuestra tierrita, como yo, nos debemos poner en pie para salvar para Colombia y para el mundo la palma de cera, la más alta de la geografía, la que crece a mayor altura sobre la tierra, la que es nuestro orgullo nacional.

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