Colombia ha perdido 50% de su valor exportador en 3 años

A pesar de que Colombia le puso el acelerador a fondo a la firma de los Tratados de Libre Comercio (TLC), en la última década pretendiendo insertar al país en las cadenas globales de valor y consolidar así el proceso aperturista iniciado (más con el deseo que con los hechos) desde 1991, en poco más de tres años ha perdido el 50 por ciento de su valor exportador.

De acuerdo con un informe de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, ANIF, se pensaba que con la implementación de los TLC con Estados Unidos (en mayo de 2012) y con la Unión Europea (desde agosto de 2013) el país lograría enfrentar su excesiva dependencia minero-energética y elevar nuestros pobres índices de apertura comercial del actual 30% a por lo menos el registro medio de América Latina del 60%.

Sin embargo, Colombia lo que ha pasado es a enfrentar una preocupante crisis exportadora. En efecto, en 2012 Colombia llegó a exportar bienes por US$60.000 millones (16% del PIB) y todo parece indicar que tan solo llegará a los US$30.000 millones (12% del PIB) al cierre de 2016.

De hecho, nuestras exportaciones han estado contrayéndose sistemáticamente desde marzo de 2013 (año y medio antes de que se iniciara el desplome del -50% en el precio del petróleo en octubre de 2014) y en lo corrido de este año hasta abril continuaban desplomándose a ritmos del -30% (en dólares).

Sin embargo, en mayo, las cifras pasaron de US$3.355,7 millones a US$2.683,5 millones. Con esta reducción, las ventas externas acumulan un retroceso de 28% en lo corrido de este año.

Emergencia

Según ANIF, “los hechos deben llamarse por su nombre: Colombia está en una señora crisis exportadora y no en un simple problema coyuntural atribuible a los vecinos; la situación requiere acciones de emergencia para enfrentar el ‘Costo Colombia’, que es la razón estructural detrás de semejante postración exportadora”.

Indica la Asociación que “como lo hemos explicado en otras ocasiones, se requieren políticas públicas eficaces para reducir los elevados costos de producción por cuenta de las exageradas tasas impositivas a las firmas (bordeando el 50%); disminuir los costos no salariales que son del 55% (incluso después de la Ley 1606 de 2012 que sustituyó costos parafiscales); reducir los sobrecostos de transporte, donde hoy en día mover un contenedor Bogotá-Buenaventura cuesta US$1.700 vs. los US$1.100 de los países de la Alianza del Pacífico; y reducir los costos energéticos. No es acertado continuar con la simple “estrategia de cheerleading” gubernamental, se requieren leyes y acciones que hagan una realidad la ansiada recuperación exportadora del agro y la industria”.

Todo lo anterior explica por qué Colombia está mal posicionada para aprovechar las ventajas de los TLC: los elevados sobrecostos de transporte-infraestructura, laborales y energéticos, resultantes de los atrasos en la llamada “agenda interna”, no han hecho posible aprovechar dichos TLC.

No son los TLC

“El problema no son los TLC, somos nosotros en nuestra costosa estructura productiva; una vez los solucionemos, entonces veremos los beneficios del comercio internacional. La actual ‘crisis exportadora’ ha llevado al país a profundos desbalances en sus cuentas externas. El año 2015 cerró con un déficit comercial del orden del -4,8% del PIB (US$14.000 millones), en tanto que el déficit en balanza de pagos bordeó el -6,5% del PIB (US$19.000 millones), niveles nunca antes vistos en Colombia”, indica el informe. Algo parecido viene pasando en otros países latinoamericanos, e incluso en algunos otros emergentes, amenazando su estabilidad macroeconómica. Sin embargo, el fenómeno se ha manifestado con particular agudeza en Colombia.

Sostiene ANIF que pese a que en 2016-2017 algunos de estos desbalances se estarían moderando, sus perspectivas denotan problemas estructurales que afectan no solo las cuentas externas, sino la propia sostenibilidad fiscal. Nunca, desde 1995-1997, el país había mostrado tal fragilidad en sus déficits gemelos fiscal-externo.

El auge

Durante la última década (2005-2015), Colombia experimentó un auge en las exportaciones minero-energéticas, gracias a los altos precios de las materias primas. Esto llevó a que el país se recargara de manera excesiva en exportaciones energéticas, al punto de que, en 2012, las exportaciones no solo llegaron a una cifra récord de US$60.000 millones, sino que la composición commodities/no-commodities alcanzó el 70%-30% (superior al 59%-41% registrado en 2008).

A partir de allí, las exportaciones han venido en declive, con especial notoriedad en 2014-2015, como consecuencia de la destorcida minero-energética. Para 2016, se esperan exportaciones por cerca de US$30.000 millones, lo cual es equivalente a una reducción del -50% respecto al año pico. A pesar de la fuerte descolgada de las exportaciones, la composición de la canasta exportadora continúa recargada en commodities.

Lo más desalentador de este escenario es que no se prevén mayores cambios en la composición de la canasta exportadora en 2016-2017.

La necesidad de diversificar las exportaciones ha estado muy presente en la agenda comercial del país durante la última década, pero sin éxito en su cometido. Las exportaciones no-tradicionales han ido en picada desde 2012, cuando bordearon los US$18.000 millones, siendo evidente que el componente agroindustrial tiene grandes dificultades estructurales (antes comentadas).

Con la devaluación peso-dólar (acumulando cerca del 60% nominal y un 30% real durante 2015- 2016), se esperaba un repunte de las exportaciones no-tradicionales. No obstante, esto no ha sucedido e incluso en el acumulado en doce meses a abril de 2016 siguen contrayéndose a ritmos del -11% anual (en dólares).

Esta ha sido una contrapartida de la grave Enfermedad Holandesa que vivió el país durante 2007-2013 y del colapso del comercio regional por cuenta de las crisis de Venezuela y Ecuador. Pero también están los problemas estructurales que deben superarse: i) carga tributaria (50% de Colombia vs. 27%-35% de la Alianza del Pacífico); ii) costos no salariales (55% vs. 12%-28% de Chile-México); iii) costos de energía eléctrica (US$c 8.7 por Kwh vs. US$c 6-7 de Brasil-Argentina-Perú); y iv) costos de transporte (donde cargar un contenedor vale US$1.700 en Colombia vs. US$613 en la Alianza del Pacífico en 2016).

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