EL LÍDER LIDERA Y ESCRIBE LA HISTORIA

El papel de los líderes en toda las épocas ha sido definitivo para enrumbar una sociedad, un país o un imperio por un camino u otro. Generalmente ese título se lo gana quien es capaz de representar los intereses de una sociedad o de una buena parte de la misma, de un país o de una corriente política.

Han existido líderes que pueden considerarse positivos o negativos, pero todos tienen algo en común: son personas que hacen cosas, que las ejecutan y que para hacerlo toman decisiones, que en algunas situaciones no son comprendidas ni siquiera por sus seguidores, pues el líder ve mas allá del común de las personas y  a pesar de eso asumen la responsabilidad y toman decisiones.

Es mas fácil entender este concepto si lo examinamos con el ejemplo de un general que traza una estrategia y define unas responsabilidades en una batalla. Luego de escuchar a sus subalternos, decide y ordena. El éxito o el fracaso de sus decisiones son su responsabilidad. Esa es la soledad del líder. Tienen dos asuntos centrales qué definir; la estrategia y la selección de sus ejecutores. Aunque acierten en la estrategia, si se  equivocan en la selección, pueden fracasar o viceversa.  Carlo Magno, Aníbal, pasando por Napoleón o Bolívar,  actuaron así y asombraron a sus enemigos, pero también a sus seguidores, ante decisiones que en el momento nadie comprendía. Generalmente acertaron en la estrategia y en la selección de sus colaboradores.

Hay momentos en el desarrollo de la acción política en que un líder  toma decisiones sin esperar consensos. En Colombia, el expresidente Uribe así lo ha hecho. Para recordar unas de las mas cercanas, mencionemos tres:

Cuando Uribe plantea como candidato presidencial y sin aparato alguno una oposición cerrada a la política de negociación de Pastrana. En ese momento logra interpretar el sentimiento nacional, y solo con su convicción y fortaleza se convierte en Presidente y líder de una nueva corriente nacional.

Presenta en un sesión del senado un propuesta de constancia, que junto a una votación no entendieron todos los senadores de la bancada. Logra que se firme la constancia que incluye a políticos santistas sobre las Zonas de Concentración.

Entra a una sesión de la Comisión I del Senado a la que no pertenece y en contravía de la opinión de senadores del CD, apoya la propuesta contraria. Los hechos le han dado la razón en esas decisiones y los senadores que no entendieron la decisión del expresidente, han terminado haciéndolo. En esos y otros muchos casos Uribe actuó como un líder y asumió la responsabilidad de sus decisiones.

Hoy se nos presentan dos asuntos cruciales e históricos por resolver. La responsabilidad de construir un partido político que trascienda en el tiempo y que  mantenga la esencia y la visión del Fundador. El primer intento fracasó con la experiencia de la U, que quedó en manos de aquellos que se ocultaban en la imagen de Uribe , pero que nunca creyeron en sus postulados. Estamos haciendo el segundo y posiblemente el último  intento para lograr  ese objetivo: el partido Centro Democrático. A veces, los miembros de un partido político actúan en forma semejante a los hinchas de un equipo de futbol; están seguros de que es el mejor, así vaya de último en la tabla.

Si estudiamos la encuesta de Yanhaas, esta nos alerta  que  solo en dos años, el CD sobrepasa en varios puntos de desconfianza al fundador y líder natural, quien ha tenido el normal desgaste de ejercer el poder y estar activo en la vida política por varias décadas, pero además, en ese poco tiempo de existencia del CD, este está a solo tres puntos de alcanzar en desconfianza al Partido Liberal, fundado en 1848, protagonista de innumerables escándalos y errores y que no cuenta actualmente con un  líder que tenga la aceptación del nuestro. La decisión que se tome en los próximos días sobre la dirección del Partido definirá el futuro del mismo. No creo que haya mas oportunidades. La dirección debería quedar en cabeza de alguien que no solo no tenga aspiraciones electorales, sino que pueda dedicar el cien por ciento de su tiempo a organizar y construir el Partido, con la visión  y el espíritu de su fundador. Para la orientación política no nos preocupemos por ahora, tenemos un fuera de serie.

El segundo asunto que tampoco da espera ni podemos equivocarnos, pues nos jugamos el futuro de la nación, con el tremendo riesgo de caer en un experimento castro chavista o un gobierno de transición a ese modelo, es la selección de un candidato presidencial que no solo nos garantice defender las tesis cuando llegue al poder, sino que sea capaz de unir a la nación y pueda ganarle a la maquinaria del farc-santismo.

La pregunta sería: ¿son estos retos simples y sin trascendencia histórica, o lo contrario? Al responder que lo segundo, entonces debemos ser conscientes de que cualquier sociedad, que tenga este tipo de retos, entrega sin dudar a su líder natural la escogencia del camino. Acá no caben debates internos para definirlo, ni respeto a aspiraciones personales de ninguno de sus seguidores. Solo cabe acertar.

El expresidente ha dado muestras de sobra, de sus aciertos en la definición de las políticas, es hora que le demos libertad de resolver ambas inquietudes. La primera, seleccionando un director del Partido que garantice ese papel histórico del mismo y escogiendo de dentro o de fuera del partido, en un gran acuerdo nacional, al hombre que cumpla las condiciones mencionadas. Al fin de cuentas la historia lo juzgará a él y no a ninguno de sus seguidores o amigos.

Fernando Alameda A.
Director Ejecutivo
Fundación Centro de Pensamiento Primero Colombia

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