Palomitas en el cielo

En el Centro Democrático, hemos procurado ir unos pasos más adelante, advirtiendo, denunciando y previniendo sobre los riesgos que corre nuestro sistema democrático por cuenta de los acuerdos que están finiquitándose entre el Gobierno y las Farc.

La paz es necesaria, pero cuando la paz se busca a cualquier precio, sin establecer límites y poniendo en riesgo a la sociedad, entonces tendremos que esa paz que se está ultimando dejará una larga estela de frustraciones que muy posiblemente se constituirán en la cuota inicial de nuevas expresiones de violencia.

El asunto es de hondo calado. Por concentrar sus esfuerzos en perfeccionar el acuerdo final el Presidente dejó abandonadas las tareas fundamentales del Gobierno. Si miramos los estándares de educación, encontraremos que los planes bandera no han satisfecho las expectativas de la gente. Aquello de “ser pilo paga”, se ha convertido en programa excluyente y aún no son muy claros los estándares que implementa la cartera regentada por la doctora Parody para asignar esos beneficios. Llama la atención que esa iniciativa se haya concentrado en financiar estudios superiores en universidades privadas, relegando a un plano inferior a las universidades públicas.

Tengo la impresión de que los anuncios en materia educativa sirven para generar titulares de prensa y no para solucionar la crisis de calidad que tenemos en nuestro país. Ejemplo de ello es el reciente anuncio de la ministra Parody en el sentido de que un grupo de 50 jóvenes que están terminando el bachillerato en colegios oficiales viajarán a atender cursos de dos semanas en centros educativos en los Estados Unidos para “aprender” inglés. Para dicho programa, el Gobierno destinó $1200 millones de pesos.

Y la pregunta es: ¿Sirven de algo esos paseos pedagógicos? ¿Alguien aprende inglés en un curso de verano de menos de un mes? Ese tipo de iniciativas, que por supuesto entusiasman y estimulan a los estudiantes que buscan ser seleccionados, no son, ni mucho menos, una solución al problema que tiene la educación pública respecto de la falta de una enseñanza bilingüe.

Santos, cuando empezó el proceso de paz, dijo que éste no afectaría la marcha del Gobierno. El tiempo nos ha demostrado que la administración central es rehén de La Habana. El ritmo del Ejecutivo no lo marcan las necesidades de la sociedad sino las exigencias de la mesa de negociación. Las Farc, sin haber entregado un solo fusil, sin haber devuelto a los niños que tiene reclutados forzosamente, sin haber aclarado en absoluto por qué mientras está negociando la paz los cultivos ilícitos han crecido de manera exponencial, están cogobernando a Colombia en todos los sentidos. Nos preguntamos por qué no se ha hecho la reforma a la educación. ¿Será que están esperando a que se acabe el proceso de paz para emprender aquel cambio que demanda la nación y que está en el congelador desde 2012 cuando los estudiantes tumbaron con sus protestas cívicas la iniciativa construida por la entonces ministra María Fernanda Campo?

Pero el descaro de la guerrilla, aún armada, ha llegado a niveles inauditos. Desde su cuenta de twitter, el jefe terrorista, Iván Márquez, se ha sumado a la horda de quienes persiguen inclementemente al Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado. ¿Desde cuándo un criminal que tiene cuentas pendientes con la justicia de Colombia y la de otros países, que no ha reparado a sus víctimas, que no ha confesado los crímenes que ha cometido y que no ha pagado un minuto de cárcel por los mismos, tiene autoridad para andar demandando la salida de funcionarios rectos y honestos como el procurador?

Los 4 años de proceso de paz se han traducido en un abandono de la gestión pública por parte del Gobierno. El Presidente, por andar pintando palomitas en el cielo, se ha olvidado de algo elemental: a él lo eligieron los ciudadanos para que gobernara a Colombia, no para que se dedicara a complacer a una guerrilla que, hasta el momento, no ha dado una sola muestra real y verificable de paz.

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