No se atropellen

Suenan ya precandidatos a la Presidencia y también comienzan a ponerse zancadillas, dentro de su respectivo grupo o facción.

Y no debería haber derechos adquiridos por parte de quien ya ha sido candidato y quiere repetir, pues el electorado que lo apoyó en un momento dado fue coyuntural y no le pertenece.

Miren no más el Centro Democrático, el cual tendrá candidato, no me cabe duda, para luchar contra un oficialista de posconflicto, afín al socialismo. Que haya mucha gratitud para con sus jefes Óscar Iván y Carlos Holmes, a quienes poco faltó para llegar al poder.

Pero cabría imaginar algo nuevo. En las posibilidades está la figura de Iván Duque Márquez, de renovado estilo personal, conocimientos financieros y políticos, más una juventud que arrastra. Y eso cuenta.

El Partido Conservador, plegado a la campaña del Sí por nexo familiar, no tendrá opción propia sino adscrita a la de la U y a la del Partido Liberal, sólo que entre éstos y no se diga entre ellos y Cambio Radical, la disputa por un candidato único estará en su fina. Bien puede ser Humberto de la Calle, con voz de trueno y carácter dócil, o Juan Manuel Galán, aún carente de fuerza interior y exterior, o bien el puntero de las encuestas, Germán Vargas Lleras, pese al disfavor oficial y a los quebrantos de salud.

Hay nombres que se mencionan o ellos mismos lo hacen como el de Roy Barreras, hoy cercano a la guerrilla. Álvaro Leyva, quien es eterno candidato y hombre clave del conflicto. Y es que el grupo político que surja, dicen que bajo otro nombre (con ingenuidad el comandante del Ejército ha dicho que “la marca” Farc se acaba), pedirá candidato que asegure la continuidad del proceso y el cumplimiento del mamotreto que asaltará la Constitución Nacional, para no decir más. Aquí podría entrar el mejor policía del mundo, mi general Óscar Naranjo, quien demuestra gran empatía con lo sucedido en La Habana y debe ver la suerte incierta del país hacia el futuro.

La izquierda rezagada, distinta de la que viene de La Habana, la de a pie, parecería resucitar el nombre de Gustavo Petro, bien ranqueado en encuestas, pero de muy difícil suceso electoral, tras su Alcaldía. Más le valdría un Jorge Enrique Robledo, el señero congresista, el no violento. Pero no, a los que parecen aportar más el país político los rechaza por buenos; pasa lo mismo en el conservatismo de Barguil, que ignora la carta buena de Marta Lucía Ramírez, líder probada y defensora de la institucionalidad, esencia conservadora.

Viene como aerotransportado por ángeles, “el más educado”, Sergio Fajardo, excelente candidato de opinión. Se le acepta, pero ¿quién lo elige? ¿Qué maquinaria lo sostiene? He ahí el problema.

No se estorben, pues, señoras (y señores), que queden dos o tres al final está bien, pero no se minimalicen.

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