La confesión acusatoria de Antonio Ledezma

En memorable discurso que le costó la cárcel, Antonio Ledezma hizo lo que hace tiempo debió hacerse: un examen autocrítico. Duras verdades del alcalde que todos sabíamos, comentábamos y protestábamos, menos los “jefes” de la MUD, que entonces controlaban la nueva composición de la Asamblea Nacional y que tomaron los resultados electorales de diciembre de 2015 como un niño se toma un helado que disfruta mientras camina sin mirar el piso, tropieza y cae, quedándose sin helado y con un golpe en la cabeza.

Las líneas gruesas del discurso de Antonio Ledezma indican que no se entendió el mensaje del masivo apoyo electoral. En la Asamblea Nacional no se procedió a destituir y sustituir a los magistrados del TSJ de forma rápida, en vez de someterse a las leguleyerías del procedimiento reglamentario que llevó dos años para concretar a medias. El otro proceder urgente, que era nombrar a los rectores del CNE con período vencido, fue frustrado por tres diputados del partido UNT: William Barrientos, Adolfo Superlano y Ricardo Fernández, quienes en evidente coordinación no asistieron a la sesión prevista para ello y rompieron así la mayoría calificada necesaria para efectuarla. Traición  partidista o personal, nunca se supo, solo que quedó en la más absoluta impunidad.

El pueblo sufriente de la atroz política gubernamental se alzó el 6 de diciembre de 2015, alzamiento enmarcado dentro de la normativa civilizada a la que nos acostumbró la democracia que vivimos por 40 años, es decir, ejerciendo el derecho al sufragio, y entonces votó masivamente por la oposición en sus distintas representaciones para otorgarle a los partidos que la componen una supermayoría constitucionalmente suficiente para frenar al gobierno que ya arrancaba en la fase intermedia de sus planes dictatoriales. Con aquella supermayoría se le autorizaba a todo cuanto implicara enderezar la constitucionalidad que a cada paso se torcía desde Miraflores, pero se desobedeció aquella evidente intención que en cada voto depositó el pueblo y se burló en aquellos estúpidos episodios de diálogos a escondidas.

Antes hemos dicho y ahora repetimos que lo más fuerte que se hizo en el primer período de sesiones de la Asamblea Nacional, a cuya cabeza se puso a Henry Ramos, fue la expulsión de los retratos de Chávez de la sede del Palacio Legislativo, lo demás fue pura paja, retórica insulza, erudiciones discursivas sobre proyectos de leyes como si se estuviera en el Parlamento inglés. Se ignoró la gritería nacional sobre la nacionalidad colombiana de Maduro, también una denuncia específica que hice sobre la falta de juramentación de este y con lo cual su período nunca se inició legalmente. Los funcionarios del régimen, Padrino López incluido, desobedecieron citaciones, lo cual constitucionalmente es sancionado con destitución; en fin, sería largo enumerar las burlas que entonces se sucedieron y que contaban con la indulgencia benevolente de un Parlamento que entonces resultó tan inútil que en un artículo califiqué como un centro desde donde lo que se hacía era lanzar “suspiros a la luna”.

El saldo de aquellos errores es la tragedia que hoy tenemos, fueron el aliciente para que la dictadura arremetiera como lo está haciendo en una vorágine ladrona y represiva que ya sobrepasa los rangos de horror de otras dictaduras latinoamericanas. Ojalá que la clarinada de Ledezma produzca los efectos perseguidos para las necesarias rectificaciones, pues lo que viene será peor  que el horror que hasta ahora hemos tenido.

Concluyo estas notas renovando peticiones: que se tenga en funciones a los parlamentarios suplentes para así multiplicar las posibilidades de accionar; que se nombre una representación diplomática en el exterior; que se nombre una junta de gobierno que llene los espacios del régimen fallido de Nicolás Maduro; que se pida un reconocimiento internacional y la formación de una coalición militar internacional que nos ayude a confrontar la que nos agobia, reprime y mata.

Fue un paso valiente, Antonio, valiente y necesario, ¡las vejaciones que hoy sufres por ello las llevas con el honor del sacrificio por la patria!

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