La dimensión desconocida de la mentira

“Matrix es un sistema, Neo, y este sistema es nuestro enemigo. Cuando estás dentro, y miras a tu alrededor, ¿qué es lo que ves? Empresarios, profesores, abogados, carpinteros, las mismas mentes de las personas que intentas salvar. Pero hasta que lo hagamos, estas personas son partes de este sistema, y eso los convierte en nuestros enemigos. Tienes que comprender que la mayoría de estas personas no están preparadas para la desconexión. Y muchas… dependen tanto del sistema que lucharán para protegerlo.” Morfeo en Matrix

“Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.” Joseph Goebbels

Allá en los años 60 hubo una serie que comenzaba con la siguiente locución: “Al igual que el crepúsculo que existe entre la luz y la sombra, hay en la mente una zona desconocida en la cual todo es posible; podría llamársele, la dimensión de la imaginación, una dimensión desconocida en donde nacen sucesos y cosas extraordinarias como lo que ahora vamos a ver. ¿Qué no es posible? Todo es posible en el reinado de la mente, todo es posible en la "Dimensión Desconocida.”

Este bendito proceso de paz entre Santos y las Farc se parece a esa serie en la que todos los días hay algún episodio que recrea un relato de fantasía, terror o política ficción que a menudo desarrolla un final sorprendente que nos mantiene con los pelos de punta. El lío es que la boleta de entrada a ese ‘cine’ es la más cara del mundo. Y lo peor del cuento es que no podemos entretenernos con palomitas de maíz, sino con una palomita que se llama paz.

Ese ‘deja vu,’ o sensación de haber pasado con anterioridad por una situación que se está produciendo por primera vez, la tuve cuando leía el “Cumpleaños no tan feliz” de la portada de Semana que me inspiró terror: Santos se parecía a Timochenko. Los vestidos y corbatas que siempre le admiro habían desaparecido; y ambos se parecían, sin corbata, el tradicional adorno cachaco, a unos descamisados del Chicó. Santos seveía enfermo (espero que goce de buena salud) con una mancha de Coca Cola sobre la camisa que después me di cuenta que era ‘la sombra larga’ del micrófono como en una poesía de José Asunción Silva en una noche oscura de luna ‘draculiana’ (neologismo inspirado en el proceso de paz que es una vaina de sangre.) Santos advertía con el índice de la mano izquierda y Timochenko acariciaba el micrófono con la derecha, ambos con gesto de poder coordinado. Es decir, el que era paloma se había convertido en gavilán y viceversa, como si fueran unos diabólicos ‘transformers.’

Y comenzó entonces la lectura de la dimensión desconocida. El camarada Pepe Mujica decía que estábamos esquizofrénicos porque dizque le teníamos miedo a la esperanza que inspiran las Farc. Y el periodista le achaca esa locura al clima político cuyo virus es algo que se llama ‘No,’ que ha resultado en el desencanto de la paloma. Pero como el abuelito bonachónes un ave de corral allá en su marxista finquita uruguaya, no entiende que la libérrima e ingenua paloma se le esconde al gavilán estaliniano.

El comentarista semanal dice “que la realidad política se ha convertido en un obstáculo para pasar de la firma a los acuerdos,” pero el tipo parece no darse cuenta que ficción y realidad son como el agua y el aceite; y sueña con que en cualquier ambiente político pueda haber consenso, cuando todos sabemos que ‘consenso’ significa ‘mermelada’ y esta se acabó. Y sigue llorando con que “la paz con las Farc quedó huérfana,” lo cual es mentira, porque sus progenitores hablan por micrófono desde la Casa Nari. ¿Y cómo no iba a quedar huérfana si por esa bebita tenemos que empeñar nuestro futuro? Cualquier taita inteligente le saca el fuste a ese engendro. Además en el Casino Colombia hay como 60 apostadores que se quieren ganar el premio gordo de la presidencia. Por ello deberían volver a ver “La isla de la fantasía” que sería mejor que una prédica política.

Se trataba de otra serie de TV sobre una isla misteriosa en algún lugar no especificado. Allí el señor Roarke, un enigmático anfitrión con supuestos poderes, ayudaba a la gente a cumplir sus fantasías, no importa su índole. Previamente tenían que pagar 50 mil dólares comprometiéndose a no revelar nada de su visita al lugar.

El pequeño "Tattoo" anunciaba la llegada de los visitantes con su frase inolvidable: “¡El avión, el avión!" mientras repicaba una campana. (Así recibieron en Cuba a los enviados de Colombia para el conjuro de la paz.) Al momento de la llegada del hidroavión a la isla, los huéspedes desembarcaban y Roarke le explicaba a Tattoo la fantasía de cada uno de ellos y que las cosas no saldrían siempre como esperaban. Posteriormente se les daba la bienvenida: “Mis queridos huéspedes, soy su anfitrión el Sr. Roarke, bienvenidos a la isla de la fantasía.” Salvo en algunas ocasiones, nunca se permitía que los visitantes se quedaran en la isla una vez cumplidos sus deseos.

Algunos dicen que la tal isla es Cuba; que el Papa le cumplió a Fidel el deseo de ser visitado; que Obama se portara bien y les prometiera un amor imposible; conocer a los Rolling Stones. Hasta Martín Santos cumplió su sueño de libertad de pasearse por la isla. Pero la ‘isla’, además de ser una realidad, es una analogía política en el que convive una similitud de vida libre simplemente porque el régimen lo repite y se le cree. Es otra versión de la película The Matrix. Pero las penurias y el éxodo lo desmienten. Igual pasó en Colombia con la paz; se repitió tanto la mentira de sus ventajas mezcladas con verdades, pero cuando la realidad golpea, la gente empieza despertar, incluso los guerrilleros.

Confirmé entonces que la Isla de la Fantasía de la serie podría ser Cuba dado que Timochenko estuvo en una isla caribeña y a él sí lo dejaron quedar. A lo mejor está supervisando algo que siempre ha sido su sueño. No sé si allí unos abogados le prometieron satisfacer la ‘fantasía’ de ser presidente, mediante una ‘Matrix de pensamiento especial’ llamado Acuerdo Final. El truco consiste en que para una ‘mente bidimensional’ es muy fácil hacerle creer que lo que dice un papel puede volverse realidad. Y es cierto, ¡pero después de un largo y tedioso trabajo que no siempre garantiza que el resultado sea el esperado! O si no, que lo digan los arquitectos, que del papel a la realidad se les caen los edificios. ¿Y por qué existen mentes bidimensionales? Porque hay una gran industria para crearlas: el cine y los ‘efectos especiales’ de la política.

Por ese motivo no se ven las obvias contradicciones de la realidad. Mientras en Carepa se le hace multitudinario homenaje póstumo al narcotraficante ‘Inglaterra’ y se arma un tierrero nacional tildando de desvergonzados a los ciudadanos de Carepa, no hay esa misma protesta porque Timochenko quiera ser presidente. Se roban un país y no pasa nada. ¿Pero qué tal que se robaran un campeonato de fútbol? No hay coherencia simplemente porque vivimos en una permanente novela legalista y ‘realities’ cortesanos. ¿Acaso no tenemos una constitución y leyes de avanzada de todos los colores y temas, pero cuándo se cumplen? ¿O no sabemos que muchas de las promesas electorales nunca se llevarán a cabo?

Para rematar, el engaño de la ‘letal fantasía’ o percepción es de tal magnitud que se confunde la realidad con un vaso, a pesar de que sabemos que es un cliché, de estar medio lleno o vacío. Pero si usted pide estadísticas sobre el ‘vaso’ resulta que el tal proceso de paz solo va en el 17% de implementación cuando debería estar en el 50%.Y no pasa nada.

Por ese motivo surge la ficción política como género literario, pues la interrelación de elementos políticos, históricos, sociales y personales es tan compleja que exponerlos en un contexto legal es un permanente desafío para el más listo de los cerebros. Vemos, por ejemplo, que ‘la ley Cristo’ fue diseñada para una situación personal por lo que se convirtió en ‘ley anticristo.’ ¿Pero cómo se prueba ese uso indebido del poder que debería ser denunciado por los ‘amigos’ senadores que conocen el asunto? No se puede, por lo que la cosa se presenta para la galería como un enfrentamiento de ideologías, estructuras, proceso y choque de personalidades, cuando en realidad son intereses personales de unos en un juego engañosos contra el genuino patriotismo de otros.

¿Acaso liberales y conservadores no se mataban por una ideología, pero sus jefes se lograron entender repartiéndose la torta burocrática? ¿No se emboscaban paracos y guerrilleros por otra ideología, pero se entendían los jefes alrededor del narcotráfico? ¿No se repartieron el mundo en Yalta pero Stalin, Churchill y Roosvelt, fueron ‘enemigos’ en la guerra fría? ¿Si con la publicidad de la paz se buscaba seducir electores para el SÍ no se comprobó después que es lo mismo decir Sí o No, mientras no se contradiga a las Farc y Santos? ¿Podría ser considerada esa publicidad como engañosa o el pueblo como una masa ingenua según la predicción de Goebbels?

Por eso la élite de las Farc y otras élites se entienden, aunque ellos son manejados por otra élite trasnacional más poderosa, porque todo es posible en ‘La Dimensión desconocida’, no la que convive al lado de la tercera dimensión; no es la mansión lúgubre de los fantasmas, ni el laboratorio de una raza interdimensional que controla el mundo desde hace miles de años, sino la dimensión del poder y el dinero que se maneja en los cocteles secretos de los dueños del sistema Ellos crean la ilusión de la elección democrática o el poder totalitario. Son los que manejan a los titiriteros. La única regla entre ellos es: hagámonos pasito y mantengamos a los otros en un permanente estado de miedo para que no piensen y poder manejar el circo. Esa es la función de la droga y el sebo de la corrupción que adormecen las conciencias, y permanecen convenientemente apoyadas en una ‘Dimensión desconocida.’

Sin embargo, en esa dimensión, que tiene otros nombres como ciencias ocultas o brujería (Chávez y sus santeros la utilizaron), servicios o alianzas secretas, logias de todos los pelambres, gobiernos en la sombra, corrupción convenientemente ignorada o contubernio político indecoroso, en ese mundo en el que se apoyan los adictos al poder y el dinero, TAMBIÉN HAY ENGAÑO Y TRAICIÓN. Y, de pronto, cuando esos poderosos abren los ojos y se dan cuenta con quién están aliados, entonces invocan y buscan la ayuda de un poder superior en el que nunca habían creído. Pero en lo profundo de su mente y conciencia son prisioneros de la enredadera ponzoñosa de sus propias mentiras en el oscuro mundo de la soledad política y personal. Ese es el infierno aquí en la tierra. Falta ver cómo sea el otro. Pero hay una ley de afinidades electivas en todas las dimensiones.

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