José Obdulio Gaviria: consiguiendo votos a regañadientes

Por: Ricardo Angoso

publicada en el portal Las 2 Orillas

El hombre que siempre ha estado a la sombra de Uribe, bien sea para asesorarle, informarle o animarle en los peores momentos, vuela ahora por libre como candidato al Senado de la República por el Centro Democrático. Hombre controvertido, buen conversador, siempre polémico y retador en sus análisis, nadie puede negar la destreza política y la capacidad de análisis de José Obdulio Gaviria. Con  la suficiente sagacidad para sobrevivir en un mundo a veces turbio y siniestro y olfato para intuir los peligros que se avecinan, su carácter está medio camino entre  florentino y avispado, conteniendo muchas dosis del paisa de siempre y un fino colmillo de lobo. Su personalidad, desde luego, no deja indiferente a nadie. Unos lo adoran, otros lo temen y son muchos los que lo odian.

Ricardo Angoso: ¿Como percibes qué te recibe la gente, cómo examinas la reacción del electorado de a pie ante vuestra oferta política?

José Obdulio Gaviria: Te diré que para mí son las elecciones más extrañas de mi vida, ya que yo nunca había hecho campaña por José Obdulio Gaviria. He sido partidario siempre de instituciones partidistas serias y con anclaje en el tiempo, en donde los nombres no fueran importante. Obviamente, tampoco soy enemigo de los liderazgos e incluso hasta el caudillismo puede tener aspectos positivos. Entonces, no me siento como pez en el agua en esta campaña, sino como pez en tierra en una campaña de listas abierta en circunscripción nacional.

R.A.:¿Te opusiste inicialmente a la lista abierta?

J-O.G.:Y me sigo oponiendo porque yo digo que la lista abierta es la madre de todos los vicios de la política colombiana. Creó unas relaciones clientelares entre la clase política y las empresas criminales, posibilitando un entramado absolutamente corrupto. Yo aposte, y así lo he dicho públicamente, por una lista cerrada de partido, fiel a nuestros principios de siempre.

R.A.:En este asunto, por lo que creo, ¿tuviste diferencias con Uribe que sí era partidario de la lista abierta?

J.O.G.:No, inicialmente.Uribe no era partidario de la lista abierta pero él era prisionero y debía tomar una decisión al respecto, ya que había grandes presiones. En el partido había un grupo pequeño, realmente pequeño, pero que era poderoso e influyente, que quería la lista abierta con un objetivo claro: contarse ellos mismos. Y es contarse no con Uribe, sino contra Uribe, porque de todas maneras en una lista abierta es la lucha de todos contra todos. Cada uno de los miembros de la lista, en esta competición intrapartidista, se convierte en un adversario.

R.A.:¿Es así en el Centro Democrático?

J.O.G.:No sólo en el Centro Democrático, sino en todas las fuerzas porque es como funciona el sistema en que todos compiten con todos los demás. Curiosamente, los únicos que hacemos campaña por toda la lista somos Uribe y yo, el número 1 y el 60, respectivamente, arrastrando una gran votación para que haya una gran bancada en el 2018.

R.A.:Si sois partido de gobierno, ¿qué política habrá que implementar para corregir el actual estado de cosas en materia de seguridad pública?

J.O.G.:Hay que regresar a las políticas que se abandonaron en el 2010. Entre 1980 y 2002 en Colombia hubo una política de negociación, que algunos llamaban “solución negociada al conflicto interno”, y fracasó claramente. Luego llegó nuestro gobierno y nosotros aplicamos conceptos de la filosofía democrática liberal, en el sentido que reivindicamos el monopolio firme de la fuerza dentro del ejercicio legítimo estatal y la protección de la vida y bienes de los ciudadanos como principal función del Estado. Esos principios fundamentales se perdieron porque ellos creen que lo que hay que hacer es estar en diálogo permanente y no invirtiendo en seguridad, no creando una fuerza pública poderosa y descuidando el poder judicial. Hay que partir de la base de que hubo ocho años en que no se tomaron las medidas adecuadas, en que el país vivió en el limbo, y tenemos que volver a comenzar, como cuando decía Fray Luis de León al regresar de la cárcel: “Decíamos ayer”.

R.A.:¿Qué opinión tienes del aumento espectacular en el cultivo de las hectáreas de cocas, habiendo pasado de 40.000 a 200.000 en estos años de Santos?

J.O.G.:Es el resultado de esa política fallida a la que me refería antes porque la política de solución negociada al supuesto conflicto incluye la coca, incluye todo, hasta el secuestro y la minería ilegal. Entonces, ¿qué negocian ellos en el 2015? Una erradicación voluntaria y acordada con el narcotráfico, incluyendo aquí a los campesinos, pero es que los campesinos son el eslabón más débil y ellos no pesan en las decisiones. Cuando se negocia en el 2015 la erradicación voluntaria, entonces también se negocia la no persecución y la no erradicación forzada, en donde se incluye la no fumigación manipulando asuntos como la salud pública y el riesgo medioambiental. Así comenzaron a expandirse las hectáreas de cultivo de coca con un problema añadido que como se produce tanta cocaína, que sale mayoritariamente para el exterior, una buena parte de la misma se queda en Colombia para beneficio de los carteles, las FARC y las organizaciones criminales que controlan el microtráfico. De ahí vienen y proceden sus ingentes recursos económicos.

R.A.:No obstante, ¿creo que el proceso de paz, gane quien gane las próximas elecciones, queda como algo irreversible en el país?

J.O.G.: Claro que sí. Es que el proceso de paz en lo que atañe a desmovilización, entrega de armas, ayuda a la reintegración de guerrilleros incluida, es un proceso que viene desde 1982, y el presidente Uribe nunca lo interrumpió. El asunto no es ese, sino que radica en que para llegar a un acuerdo con las FARC se vulnera la Constitución de la República, que ese es otro tema. Nosotros consideramos inaceptables algunos de los puntos acordados en el proceso de paz, que son básicamente dos: la impunidad absoluta y la elegilibidad inmediata. Los demás son discutibles y los que tengan consecuencias económicas los vamos a ver, si somos gobierno en el futuro, con racionalidad. No estamos de acuerdo con que a las FARC se les hayan dado tantos espacios en la institucionalidad colombiana y ese aspecto fundamental del proceso será revisado, por supuesto.

R.A.:¿Qué vais a hacer frente al grave problema de la corrupción?

J.O.G.:El problema tiene una base y sobre la misma se construye todo el esquema de la corrupción en el país. El sistema creado por el presidente Santos se inspira sobre la base del gasto y el signo de su gobierno es gastar, gastar y gastar sin límite. Eso tiene dos fuentes. La primera fuente es el endeudamiento, es decir, Colombia duplicó en estos años de gobierno de Santos la deuda pública. Se gasta mucho y mal. La segunda fuente son los impuestos, que aumentaron y aumentaron y son excesivos. Prácticamente se creó una estructura de corrupción en la administración que demanda mucho dinero para mantener el sistema, ahogando a la economía y a la empresa con impuestos desmesurados. Ese es el sistema de Santos, aunando gastos y corrupción, un ciclo sin fin e irracional. Así ha sido durante estos siete años y los resultados económicos a la vista están.

R.A.:¿Ves a Petro como algunos como un peligro real para Colombia, como un riesgo de caer en las trampas en las que cayó Venezuela?

J.O.G.:En América Latina hay dos grandes corrientes ideológicas, que también se manifiestan en Colombia, y que son el socialismo del siglo XXI, incluyendo aquí a las FARC, el Foro de Sao Paulo y lo que se denomina el castrochavismo, como sistema político, económico y social de dominación, y, en el otro extremo, está la democracia liberal, o los demócratas liberales para entendernos. En esa confrontación, que viene de lejos, mucha gente se ha ido pasando inopinadamente y contra todo pronóstico de la democracia liberal al socialismo del siglo XXI, como por ejemplo los Kirchner, que eran una expresión muy nítida de esa evolución y acabó en la misma tendencia ideológica que Chávez. Por ejemplo, Santos practica esa misma demagogia y dice que utiliza el gasto para ayudar a los pobres, pero, además, también tienen como signo definitorio la corrupción. Mire lo que ha ocurrido en la Meca del Foro de Sao Paulo, Brasil, donde Lula ya ha sido cuestionado y procesado por varios escándalos de corrupción. Esas dos corrientes son las que hoy se están confrontando esa elección en Colombia. Y ahí, en esa confrontación, es donde debemos situar a Petro, que ahora incluso cuenta con un caldo de cultivo que le favorece, pese a que pienso que su presencia en la política colombiana no es algo positivo.

R.A.:¿Crees que después de Uribe el Centro Democrático sobrevivirá como partido?

J.O.G.:La historia de los partidos no es sólo su programa, sus ideas fundadoras y la coyuntura política, sino que se nutre también del liderazgo. El Centro Democrático ha tenido la aparición providencial en la candidatura presidencial de la figura de Iván Duque. Yo creo que con ese elemento el partido ha garantizado su pervivencia frente a lo que le está ocurriendo a todos los demás, pero especialmente a los dos tradicionales de Colombia -liberales y conservadores-. Creo que sí, el partido tiene viabilidad de cara al futuro y, en ese sentido, ha sabido hacer el relevo generacional. Vamos por el bueno camino y le apostamos a ganar en las próximas elecciones.

 

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