Nada es suficiente

¿Cuánto más tendremos que estirar la Constitución y las leyes para que la cúpula de la Farc honre su palabra y permanezca en la legalidad?

Fue inevitable oír a Humberto de la Calle decir que íbamos para el “abismo de la guerra” y no pensar en la amenaza que días antes del plebiscito lanzó el presidente Juan Manuel Santos diciendo que la guerrilla estaba preparada para la guerra urbana si fracasaba el proceso de paz. En aquel momento se trataba de refrendar en las urnas el acuerdo de La Habana; ahora lo que se pretende es frenar la extradición de Jesús Santrich y, quién sabe si la de Iván Márquez, todo con el propósito superior de mantener “la paz” con la cúpula de las Farc.

Años atrás, según reveló el propio De la Calle, el primer mandatario detuvo por lo menos tres extradiciones de miembros de esa organización para no entorpecer las negociaciones y ahora algunas voces se levantan para pedir que Santrich sea juzgado conforme a las benévolas sanciones de la despelotada JEP o que la Corte Suprema no avale la solicitud de los Estados Unidos. Todo, dicen esos mismos personajes, para preservar la tranquilidad nacional y no hacer enojar demasiado a los jefes del partido Farc no vaya y sea que se levanten de nuevo en armas o, dicho en castellano, que usen los brazos armados que dejaron de retaguardia en el Guaviare o Nariño, bajo el engañoso rotulo de ‘disidencias’.

En 2016 nos pedían mover las líneas de la institucionalidad, tragarnos sapos y entregarles todo tipo de beneficios con la promesa de que la guerra de más de cinco décadas cesaría. Ahora, en 2018, nos piden obviar todas esas reglas burdamente modificadas porque nada nunca será suficiente para dejar tranquila a la cúpula de la Farc que hoy se encuentra en líos por cuenta de su propia avaricia y de su falta de voluntad real de dejar el delito a un lado y reincorporarse con sinceridad a la legalidad.

¿Cuánto más tendremos que ceder para que la Farc cumpla hasta sus compromisos más elementales? ¿No será ya hora de unirnos para exigirles seriedad y honrar precisamente los acuerdos que hablaban de juzgamientos ordinarios y que dejaban el procedimiento de la extradición intacto en caso de cometer crímenes con posterioridad al 1 de diciembre de 2016?

No es justo que desde la sociedad civil algunos sigan haciéndole el juego con interpretaciones acomodaticias a quienes quebrantan una y otra vez la ley. ¿Se imaginan ustedes lo que hubiera sido de un partido político cualquiera si su gerente se hubiera trasladado a su cuenta personal más de 5 mil millones de pesos de anticipos que le da el Estado para una campaña al senado? ¿Pueden calcular el escándalo que se hubiera desatado si ese partido fuera, por decir algo, el Centro Democrático?

La Farc lo hizo y en el Consejo Nacional Electoral pareciera haber uno que otro magistrado bajándole el volumen a ese episodio con la idea de que si adelantan una investigación seria quizás “se tiren la paz”.

Ahora más que nunca debemos reivindicar el estricto cumplimiento de las normas y hacerlas valer para no seguir enviando el perverso mensaje de que las cambiaremos a gusto de consumidor cada vez que un gobernante o un actor armado nos chantajee diciendo que de no hacerlo dejaremos de vivir en paz. ¡No más política del miedo! Ni de derecha ni de izquierda. Llegó la hora de hacer respetar la legalidad sin chistar. Que la Farc y todos los demás lo entiendan de una vez por todas.

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