El 17 de junio se escoge el gerente de Colombia

La jornada electoral del 17 de junio es la fase final de un proceso de selección y descarte para elegir el presidente, que es el jefe de la rama “ejecutiva” del poder público y como su nombre lo indica, es el “ejecutivo” encargado de tomar decisiones correctas y “administrar” la organización que las llevará a cabo, organización que se llama Colombia, de la que sus padres y usted es socio, y sus hijos lo serán y vivirán de ella.

Se elige un administrador para que garantice la viabilidad futura de la organización y no para que la colapse venezolanamente, satisfaciendo su ego y necesidades personales. Si lo vemos así, porque de los factores ideológicos de esta elección me ocuparé la semana entrante, la escogencia de por quién votar es más sencilla de lo que parece.

Como en cualquier proceso de selección para escoger a un gerente, uno empieza conociendo las hojas de vida. Lo que uno espera es que sea una hoja de vida y no un prontuario delictivo. En ella aparecen referencias personales y laborales. Empecemos por las personales. Ningún humano es perfecto y no estamos buscando “Santos” para ser presidente, pero el pasado personal de un candidato hace parte del inventario que debe considerarse, pues los gerentes son personas. Todos podemos equivocarnos, ojalá no mucho y menos si vamos a administrar bienes públicos, pero lo mínimo que se espera de los errores es que nunca se olviden para que la experiencia tenga sentido y por eso la experiencia laboral es importante. El fracaso administrativo vale como experiencia solo si es el recordatorio permanente de qué cosas salieron mal y qué no debe repetirse. Pero cuando se niega el fracaso y por el contrario se vende como “éxito”, es que hay una mente enferma detrás. Haberle entregado a un inepto la administración de Bogotá, con su evidente fiasco, y ahora premiarlo con Colombia, es una irresponsabilidad colosal.

Un gerente no puede olvidar ni desconocer las consecuencias de las acciones, pero que se le borre de su mente cuáles fueron las causas, no solo es imperdonable sino peligroso. A un candidato que sabe cuántos hijos tiene, pero patina recordando con cuántas mujeres, yo no le daría más que el saludo.

Un buen administrador sabe que se hace en equipo. Como dice Bill Gates: “un equipo mediocre solo obtiene resultados mediocres, sin importar la calidad del gerente”. ¿Ustedes se logran imaginar quiénes son los “amigos” de Petro con que va a manejar el país?

Igualmente, un buen gerente es quien prepara su sucesión para que no haya traumatismos en caso de su ausencia, por eso es importante la selección del vicepresidente. Marta Lucía Ramírez tiene “todo” para ser presidente, y quién puede negarlo. ¿Confiaría usted en la seleccionada por Petro para reemplazarlo en una eventualidad, si para ella es lo mismo ser guerrillero que soldado?

No se equivoque escogiendo quien administrará “lo suyo”.

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