La gavilla contra Macías: ¿momento, estilo o verdad?

Hubo una época en la que los periodistas querían información y sus preguntas iban dirigidas a un hecho concreto. Deseaban formarse una idea precisa de una situación determinada, y se esforzaban para ver las cosas desde el punto de vista del entrevistado, para comprender de qué hablaba. Era posible que al final no estuvieran de acuerdo con uno, pero se enorgullecían de su capacidad para expresar la opinión ajena con exactitud antes de rebatirla. El tono de la entrevista no era muy personal, porque se concentraban en el hecho que querían entender. Pero ahora los periodistas tienen muy claro qué quieren decir antes de empezar a investigar; ven su trabajo como una forma de demostrar lo que ya saben. No buscan información, sino pruebas de villanía. Por eso se muestran escépticos ante el punto de vista del entrevistado, atribuyéndole una intención evasiva.

Parten de la base de que todo el mundo es culpable a menos que se demuestre lo contrario, y trabajan en una atmósfera de suspicacia y mal disimulada hostilidad. Abordan su tarea de una forma muy personal: quieren pisotear al entrevistado, pescarlo en el más mínimo fallo, sacar provecho de una declaración absurda o sencillamente de una frase que, fuera de contexto, lo deja a uno como un idiota o un insensible.

Michael Chricton (1942-2008) Escritor y director de cine (Jurassic Park)

Después del pequeño vendaval del 7 de agosto en la Plaza de Bolívar, las ondas hertzianas de la W quisieron crear otro vendaval político, tratando de enfrentar los discursos del Presidente del Senado, Ernesto Macías, uribista, y el nuevo Presidente Iván Duque del mismo partido. El objetivo cizañero es, desde luego, dividir al Centro Democrático.

De pronto, como un milagro de independencia parlamentaria y pundonor, los senadores Barreras, Bolívar, Lara, Barguil, Bolívar, Velasco, decidieron que había que ‘Rescatar a Duque’, según catalogó Vicky el ‘debate’, pues los otrora aliados de Santos y detractores del uribismo, echaban pestes contra Ernesto Macías, como su modo de rescatar al presidente, y se dolían porque ese día, 8 de agosto, ellos tenían que hablar de Macías y no de Duque, inducidos por la domadora de panelistas ingenuos, Vicky Dávila, quien los había invitado a debatir para aumentar su rating.

Los mismo peleoneros de siempre le servían en bandeja de plata la cereza del pastel de la semana anterior: la ‘exhaustiva investigación’ de Vicky sobre el enfrentamiento de ocho años entre Santos y Uribe, que ella llamó ‘Colombia, La guerra por la paz,’ que todos conocíamos, menos los señores extranjeros y representantes de la prensa que nos visitaban y estaban sentados en la Plaza de Bolívar. Cuando la senadora Cabal empezó a presentar el punto de vista que la inmensa mayoría de los colombianos aprueba dándole la razón a Macías, le cayeron en gavilla. Para los que estábamos esperando alguna ‘luz’ de pensamiento verdaderamente crítico nos quedamos viendo un chispero.

¿Qué detesto de los ‘debates’ de la vida pública colombiana? El uso inmisericorde y perverso de falacias. Eso es lo que ha creado la polarización. Analicemos las circunstancias y el discurso que supuestamente ‘agobia’ a la sociedad colombiana.

1. HABLEMOS DEL MOMENTO. Decían los ‘defensores’ de Duque que ese no era el MOMENTO de haber dicho Macías lo que dijo. Pues, señores panelistas, estábamos en una sesión del Congreso en la Plaza de Bolívar con el quórum reglamentario, frente a unos nobles invitados y el país, el más interesado en conocer lo que allí sucede, para protocolizar la verdad legal de un nuevo presidente y cómo recibe el país. Sin embargo, los ‘defensores’ de Duque argumentaban que si se le quería hacer un debate de ‘corte de cuentas’ al presidente saliente Santos se hubiera podido adelantar en otro MOMENTO. Sin embargo, los diferentes radioyentes que llamaron a la W agradecían haber conocido la VERDAD que se le había ocultado al país por parte del gobierno y los medios. Se plantea así el siguiente dilema ético y político: ¿Qué preferiremos, lo que quieren decirnos ciertos senadores, no todo el congreso, o lo que quiere saber el constituyente primario que los eligió?

El MOMENTO adecuado para Barreras, Bolívar, Lara, Barguil, Bolívar, Velasco, hubiera sido cualquier día de semana, con la poca teleaudiencia del canal institucional, con una agenda acordada, sin presencia de la prensa internacional; es decir, en el mismo escenario en el que ‘democráticamente’ se pudo ocultar la verdad. ¿Nos creen pendejos?

¿Por qué era ese el momento adecuado? Porque muchos de la comunidad internacional y medios de comunicación extranjeros se habían hecho la pregunta sobre una realidad incomprensible: ¿Por qué si Santos había logrado la paz, era un presidente tan impopular? La respuesta es: Porque conocían solamente la versión santista de la paz, no la verdad completa. Algunos de esos señores, allá y aquí, llegaron a la conclusión de la ‘ingratitud’ del pueblo colombiano.

Sin embargo, ese mismo MOMENTO Y DÍA lo quiso aprovechar Petro, opositor del gobierno, para, frente a la prensa internacional, ganar vitrina en su supuesto reclamo por los asesinatos de líderes campesinos. No era un reclamo de sensibilidad y empatía, que se ha venido haciendo en todo el país, sino de aprovechamiento político. Sobre ese MOMENTO nadie dice nada, y menos los panelistas.

2. HABLEMOS DEL ESTILO. Llama la atención la cizaña que uno de los ‘panelistas’ quiso sembrar entre Macías y los militares presentes; dijo que los había humillado y muchas otras sandeces. Pero Macías dijo: “Le corresponde a Usted, Presidente Duque, como Comandante Supremo de la Fuerza Pública, no solamente realizar los relevos en la cúpula, sino generar un cambio en la mentalidad de los nuevos comandantes para recuperar la seguridad y la tranquilidad de los colombianos.” ¿Hay humillación en enunciar esa verdad que todos los nuevos gobiernos llevan a cabo?
Sin embargo, el ESTILO que muchas veces se ve en el congreso es de alcahuetería del irrespeto y no dicen nada; Mockus mismo ha tenido que pedir que lo castiguen por bajarse los pantalones porque muchos de sus colegas miran para el otro lado, como los panelistas, cuando les conviene.

3. HABLEMOS DE LA VERDAD. El discurso de Macías se limitó a enumerar lo que todos conocemos. (Lea aquí el discurso completo de Ernesto Macías durante la posesión…) La Silla Vacía dice: “Al revisar las 42 afirmaciones verificables según nuestra metodología, encontramos que 16 son ciertas (incluyendo 9 con salvedades significativas), 3 debatibles, 8 exageradas, 2 apresuradas, 4 inchequeables (sic) (no hay datos para decir si son ciertas o no), 6 engañosas y 3 falsas. La ‘falsedad’ a la que se refiere son sobre cifras, pero habría que revisarla ‘metodología’ de La Silla.

Con todo lo anterior, aclarémosles a los honorables senadores reclamantes que la sesión del congreso en la Plaza de Bolívar era UNA SESIÓN LEGISLATIVA Y NO UN ENCUENTRO DIPLOMÁTICO. La supuesta buena imagen de Colombia que en ese MOMENTO había que mostrar, es uno de los objetivos fallidos de la diplomacia colombiana, pues era y es, la de un país en conflicto, exportador de coca. Pero los extranjeros no conocían el por qué ni el cómo de ese fracaso. Sin embargo las Farc sí lograron imponer su imagen de luchadores de la libertad, porque esos mismos senadores reclamantes y sus representados no salieron a denunciarlas en el extranjero.

Sin embargo, si queremos asimilar ese escenario a uno de diplomacia, existe la crítica diplomática como respuesta a las atrocidades masivas de un gobierno y la posible agresión externa grave. ¿O acaso no es eso lo que se hace en la ONU? Porque los estados tienen el deber moral de criticar a las partes infractoras en todo momento y lugar. Y siendo más específico, digo que la crítica diplomática es a menudo una alternativa plausible y preferible que, al no admitirse, como en el caso de Venezuela, abre las posibilidades de las sanciones económicas graves, otras medidas diplomáticas y la intervención externa. ¿Acaso hemos olvidados que se planteó en el 2003 la intervención de los Cascos Azules para evitar la internacionalización del conflicto colombiano que es lo que estamos viendo en Venezuela? También argumento que la crítica diplomática es preferible a no hacer nada. La diferencia de esta ‘crítica diplomática’ es que se hizo frente al país y no en un coctel privado, plagado de hipocresía, del que nadie se hubiera enterado de nada.

¿Qué aprendemos de esta situación? Según los senadores mencionados teníamos que ser considerados con Santos porque había un público extranjero, al que, como de costumbre, había que ocultarle la verdad; pero los senadores sí tenían licencia para denigrar contra el presidente del congreso porque ya los observadores se habían ido y los senadores podían auto nombrarse ‘defensores’ de Duque ya que, por un acto ‘milagroso’ ahora era el presidente de todos los colombianos, pero no lo será en el Congreso en donde lo atacarán como a cualquier colombiano. Eso también se llama hipocresía, monda y lironda.

Pero es bueno comentar algo que dijo Macías: A pesar del oscuro panorama de nuestro país, Usted ha dicho que no gobernará con “espejo retrovisor” ni con “espíritu revanchista”, lo cual corresponde a un Presidente de la República de su talante, porque, además, debe Usted dedicarse a gobernar sin distraerse en asuntos distintos.

Pero al Congreso de la República, como poder independiente y autónomo, le corresponde el control político. Y mientras Usted, desde el Gobierno, dobla la página de un sombrío legado que recibe, el Congreso no puede permitir que se borren las páginas de un periodo presidencial marcado por el derroche y la corrupción.

Macías tiene la razón cuando representa al congreso. ‘El espejo retrovisor’ se ha vuelto un lugar común para referirse a una situación de conveniencia en la política colombiana. Pero analicemos la verdad real que da origen a la expresión. Cuando conducimos de manera responsable debemos tener los ojos puestos en la vía, cuando está descongestionada y segura; sin embargo, debemos mirar de vez en cuando o permanentemente los tres espejos retrovisores para evitar que nos choquen los que vienen atrás, cuando la vía está congestionada y es peligrosa. Y ese aprendizaje diario, por simple supervivencia, debemos aplicarlo todos en todo. Puede que el Presidente Duque por protocolo de un compromiso público no mencione el pasado para no contribuir a la polarización, pero tendrá que tenerlo en cuenta para la toma de decisiones. Alemania tiene muchos espejos retrovisores permanentes sobre el nazismo para evitar que surja en el presente. Esos ‘espejos’ se llaman leyes. Porque no tener en cuenta esa realidad cuesta vidas y dinero. También se habla de ‘pasar la página.’ ¿Pero cómo se puede olvidar, si vivimos las consecuencias de lo que se ha hecho? Generalmente se olvida de verdad cuando las personas mueren, las ataca el Alzheimer o la locura senil. España todavía recuerda a Franco y ahora quiere olvidar el Valle de los Caídos.

Más bien seamos honestos y a la vez diplomáticos. La frase «zanahoria y garrote » una metáfora política sobre el uso de una combinación de recompensa y castigo para inducir un comportamiento deseado, ha sido validada como una herramienta útil en la política pragmática por parte de los gobiernos. Santos utilizó la metodología de la ‘mermelada o la abstinencia’ con el congreso. Y el congreso le aplica al Ejecutivo la de cualquier niño malcriado. Me das lo que pido o no hago lo que quieres. Eso debería avergonzarnos. Ante esa hipotética situación el Presidente Duque hizo un llamado en su campaña a que actuáramos como adultos y patriotas, como lo recomendaba Kennedy, ante quienes le decían si podría manejar un país sin otorgarle dádivas. “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país” dijo Kennedy el 20 de enero en 1961, el día de su posesión, en uno de los grandes discursos de la historia de la humanidad.

Por lo que al recordar el vendaval de la Plaza de Bolívar del 7 de agosto de 2018, en vez de seguir peleando por las palabras de Macías, recordemos al hombre más joven en haber sido elegido Presidente de Colombia y al país que lo escuchó atentamente porque con él tenemos todas las razones para estar esperanzados en el futuro de Colombia. Duque encarna las esperanzas de los colombianos para el futuro, pues trae consigo un modo de ser conciliador, el conocimiento, la energía y un optimismo que son contagiosos. Si hemos de resumir su prodigioso discurso, delineaba los retos para todos, pero resumía una gran esperanza para el futuro; una esperanza que la oposición hambrienta de poder interpreta como una bestia poderosa y feroz, buscando que fracase Duque, pero que nosotros vemos como un gran amanecer.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar