Derecha e izquierda en busca de un sentido superior

La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida.

Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad -aunque sea sólo momentáneamente- si contempla al ser querido.

-Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento. Viktor Frankl

La reunión del Presidente Duque en la Casa de Nariño con representantes de todos los partidos en busca de un frente común contra la corrupción se ha considerado un gran logro político; y lo es. Pero estamos perdiendo el significado profundo de ese hecho. Se sorprenderían si dijera que los políticos de diferentes vertientes ideológicas encontraron un significado, un sentido superior común a todos: la lucha contra una de las manifestaciones del mal, la corrupción. Por otra parte ¿podría ese grupo selecto de ciudadanos tener la misma motivación para unirse en contra del peor flagelo que afecta a todas las familias como es el microtráfico y la erradicación del negocio de la droga? Tendríamos entonces que el significado último o predominante de nuestra vida colectiva estaría por encima de los partidos con miras al bien común: ¿Cuál es?

Ese descubrimiento no es mío. Es del Doctor Viktor E. Frankl expuesto en su gran clásico de la sicología del siglo XX “EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO” que nació de su experiencia como prisionero de 1942 a 1945 en los campos de concentración de Auschwitz y Dachau. Su experiencia es quizá la que define de manera más clara los avatares del quehacer político, la pregunta última que debemos hacernos para saber a qué atenernos. Así lo dijo Frankl: «Hay dos razas de hombres en el mundo y nada más que dos: la «raza» de los hombres decentes y la de los indecentes. Ambas se encuentran en todas partes y en todas las capas sociales. Nosotros hemos tenido la oportunidad de conocer al hombre quizá mejor que ninguna otra generación. ¿Qué es en realidad el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero, asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme musitando una oración.» Sin embargo, esta profunda apreciación de Frankl se queda corta, pues el ‘régimen,’ ese sutil entramado de favores del que hablaba Álvaro Gómez, no permite discernir el alcance maligno de las envenenadas ‘buenas intenciones’ de muchos.

Sin embargo, al régimen yo prefiero darle otro nombre más explícito: LA SILENCIOSA DICTADURA PERFECTA DE LOS CORRUPTOS, que busca cooptar el estado, no como un fin político, sino como un botín de negocios. Para que esa dictadura no se note, se necesita el intercambio de favores, la complicidad de los secretos mutuos, las cortinas de humo en el momento justo, la crisis conveniente que se hace pública; el ocultamiento de otras verdaderamente importantes; falsas víctimas y testigos; propaganda, silencio de lo incómodo, encubrimiento descarado, delitos de toda índole, complots, favores en forma de contratos legales, torcedura de contratos, asesinatos selectivos, etc.

¿Qué buscan los corruptos? Impunidad, riqueza fácil, olvido o aceptación de sus crímenes, status social, poder, contubernio indecoroso con los medios, etc. ¿Por qué ese tipo de dictadura? Porque las dictaduras políticas de antaño pasaron de moda, son costosas, siempre se pierde o se las derroca; mientras que la dictadura de los corruptos se ve como una debilidad humana; pero no lo es cuando esa ‘debilidad’ se convierte en crimen organizado. Ante ese reto de luchar por la democracia, pero que en realidad es contra la corrupción que lleva a la degeneración del ser humano, se necesita mucho discernimiento, y una armadura espiritual que no es fácil de imaginar ni conseguir. Pero ese nivel no debe ser solo el del presidente, sino que se necesita una MASA CRÍTICA de personas que opere desde la cultura, la familia, el colegio, las empresas, las instituciones, el día a día. ¿Qué es eso?

En sociología masa crítica es una cantidad mínima de personas necesarias para que un fenómeno concreto tenga lugar. De esa manera el fenómeno adquiere una dinámica propia que le permite sostenerse y crecer. Esta teoría va paralela con el mismo concepto en física. Veamos un ejemplo sencillo en una gran ciudad.

Cuando una persona se para en la calle y mira hacia el cielo, no pasará nada. La gente continuará su camino ignorándolo. Cuando tres personas se paran y miran al cielo, quizá algunas personas se den la vuelta para a continuación seguir andando. Pero sólo se necesita un pequeño número de personas, digamos, 5 ó 7, para hacer que los otros se paren y también miren hacia el cielo. Este número se llama «masa crítica.” Y eso también depende de la cultura, la hora, el ancho de la calle y otros factores.

El concepto tiene numerosas aplicaciones en diversos contextos, entre ellos política, la dinámica de grupos, publicidad, opinión pública, moda y el llamado marketing viral. La protesta contra la corrupción formó una masa crítica a la que contribuyeron las denuncias, investigaciones, medios, difusión en las redes, discursos, etc. No fue solo un asunto de Claudia López. Esa masa crítica la ‘consagró’ Duque con la reunión del Palacio de Nariño. Para que el país cambie, en cuanto a la corrupción, se necesita una masa crítica de tres millones de personas con conciencia de honestidad radical distribuidas en todas las ciudades y pueblos en posiciones de influencia que den ejemplo: profesores, militares, sacerdotes, profesionales, gente del común, campesinos, empresarios, periodistas, medios de comunicación, deportistas, personas de la farándula, políticos, funcionarios, emprendedores, etc.

Cuando esa masa crítica no se logra formar, solo la fuerza y el poder de un nivel superior de percepción y acción pueden protegernos en el momento menos pensado mediante las circunstancias más inesperadas. Por eso se habló de milagro con el triunfo del NO en el plebiscito. Santos había logrado formar una masa crítica a punta de propaganda; pero la silenciosa masa crítica del NO la constituía la EXPERIENCIA de millones de colombianos. Fue el enfrentamiento de la propaganda contra el sentido común. Es lo que los dictadores corruptos no entienden.

¿Pero qué es lo que motiva a las personas? Si bien las personas se motivan por la sicología individual de cada quien, Freud descubrió uno de los factores que más motiva al ser humano es el placer egoísta del sexo, en todas sus manifestaciones, desde la infancia. ¿Pero qué sucede cuando, debido a nuestra madurez, le buscamos un sentido nuevo y correcto a ese placer o lo trascendemos? ¿Nos llevaría esa búsqueda a algo que nos eleve más allá de lo que normalmente hemos identificado como placer? La política es ciertamente un placer. ¿Pero lo es toda clase de política? Creo que en la Casa de Nariño descubrieron el placer decente, superior, como lo diría Frankl, de estar asociados, izquierda y derecha, en un fin común altruista, desinteresado, en beneficio del país, algo que antecede al sentido último de dignidad que como seres humanos buscamos. Eso es lo que el pueblo espera de sus dirigentes; que descubran el sencillo concepto de ‘el otro’, que no se le puede tratar de cualquier manera, hasta rebajarlo a una cosa.

A su vez, si Marx vio en lo económico el impulso primario del hombre; Freud consideró que era el sexo, Frankl creía que el mayor impulso del ser humano es el significado, el sentido último de la existencia.

Uno puede ser pobre y casto y aún ser feliz. Pero nuestra vida no puede carecer de significado y pretender estar realizada, sin importar cuán rico o satisfecho sexualmente pueda estar uno. De la misma forma una ideología que no nos satisfaga profundamente en cuanto a significado, está vacía. Por lo que generalmente la ideología va asociada a una conducta que debe darle sentido a ese quehacer.

En ese orden de ideas, históricamente la mayor fuente de significado para la gran mayoría de los seres humanos ha sido la religión. En Occidente, el cristianismo, y en menor escala, el judaísmo, proporcionaron a casi todas las personas la Biblia, un texto divinamente inspirado para guiar sus vidas; darle sustento a una comunidad religiosa; respuestas a las preguntas fundamentales de la vida; y, sobre todo, significado: un buen Dios gobierna el universo; la muerte no termina todo; y los seres humanos fueron creados con un propósito. Podríamos decir que la Biblia le dio forma a un modo de pensar muy positivo y trascendente para Occidente.

Además, el cristianismo les dio a los cristianos un proyecto: difundir las buenas nuevas y llevar al mundo a los pies de Cristo. Por su parte el judaísmo les propuso a los judíos el proyecto de vivir según las leyes de ética y santidad de Dios y ser «una luz para las naciones». Pero las dos guerras mundiales del siglo XX y muchos otros cambios han casi destruido esas fuentes tradicionales de significado que nos ayudan a confrontar esa importante perspectiva de ultimidades. Por otro lado, el marxismo y comunismo al igual que el fascismo con sus masacres se convirtieron en la fallida solución política para las masas, por lo que igual suerte corrieron sus ‘ideales’ trasformadores del ‘hombre nuevo’. ¿Qué sucede entonces?

Cada quien se las ha ido ingeniando para buscar su propio sentido de la vida, o por lo menos darle un vuelco a sus prioridades, basado en la ‘renovación o adaptación’ de los viejos significados o inventándose cualquier explicación para su nueva preocupación. Surgen entonces la religiosidad y sectas alternativas, sin un Dios revelado, más bien imaginado, o algo que se le parezca; hasta Satán tiene iglesias; Maradona disfruta de un culto en Argentina; los enviados de otras galaxias de diferentes especies con sus ‘maestros ‘que se mezclan entre nosotros para influir en los diferentes asuntos; el cultivo y adoración del cuerpo y sus placeres; las perversiones inconfesables, la droga, etc. Y a toda esa parafernalia de creencias se le añaden los partidos políticos de garaje. Todos buscan un sentido que se traduciría, supuestamente, en un estilo de vida feliz.

¿Qué ha pasado entonces con la izquierda contemporánea cuya fuente de inspiración, el marxismo, se considera una ideología fracasada, pero que persiste? La respuesta ha sido crear otra religión secular de izquierda, pretendiendo suplantar el cristianismo con nuevos ‘significados.’ Surgen entonces las diferentes corrientes de feminismo, ecologismo, etnocentrismo, socialismo de todos los colores, movimientos LGTBI, la permisividad abierta, la protesta, el rompimiento de paradigmas, la adoración del cuerpo, etc., y un cultivo propagandístico de que la izquierda es la tierra prometida de los intelectuales. Por eso el ex procurador Ordóñez, creyente a ultranza, se ha convertido en un símbolo del odio de la izquierda.

Esa secular ‘religión izquierdosa’ se opone a la otra, la que está por fuera de las iglesias, que se caracteriza por la familia y la seguridad, la tranquilidad del statu quo, la obediencia a la ley, el cultivo del esfuerzo individual traducido en profesionalismo, las buenas costumbres, el desarrollo de la ciencia y la economía; ‘religión’ que le da sentido a la vida del 90% de la humanidad, a pesar de las diferentes fallas del sistema y los diferentes nombres que se le ha dado: capitalismo, neoliberalismo, etc.

Pero sucede algo muy peculiar. Cuando la izquierda llega al poder, el sueño de sus dirigentes es disfrutar de las mismas complacencias burguesas; eso es lo que le da sentido a su poder por lo que a él se aferran los camaradas, ya que muchos de ellos no saben o no pueden encontrar el sentido pacífico y natural que se da como resultado del desarrollo normal de las cosas que incluye un alejamiento total de la inmoralidad, la falta de ética, el delito, lo criminal, la corrupción.

Por todo lo anterior, el excelente análisis de María Fernanda González, Ph. D. en Ciencias Políticas de la Universidad de La Sorbona, “Claves del discurso de Iván Duque,” pretende hacernos entender lo que supone el reto para el ‘viejo’ país de lo que significa el ‘nuevo’ presidente. Acostumbrados a entender desde paradigmas absolutistas que se identifican como ideologías, escuelas de pensamiento, partidos, religiones, nos puede causar sorpresa Duque quien expone ideas y actitudes del conservatismo, la izquierda; diferentes tipos de valores asociados con la cultura, refiriéndose a figuras tutelares de la política, el emprendimiento, la creatividad que ha recogido en sus libros: La Economía Naranja, El Futuro está en el Centro, Indigna Acción. Es un fluir con la realidad, pero llevándola por cauces decentes. Ejemplo: se necesita el concurso del Congreso, pero sin mermelada ni burocracia innecesaria. Para comprenderlo MFG describe lo que hace, piensa, dice. Yo diría más bien que Duque es un hombre de lo que yo llamaría el Moderno Renacimiento para Colombia.

La idea del hombre del renacimiento surgió en Italia y se basa en la creencia que la capacidad de un hombre para desarrollarse no tiene límites; ser competente en un amplio rango de habilidades y áreas del conocimiento debería ser la meta de todos los hombres y está al alcance de todos. Así pues, los colombianos deberíamos identificar las áreas en las que necesitamos trabajar para llegar a ser verdaderos líderes de la reconstrucción de Colombia. Ese, creo, es el sentido o significado superior que deberíamos tener presente en nuestra actividad política.

Los mal pensantes acostumbrados no han entendido que Uribe es un promotor de líderes y que el sentido superior de esa tarea es que esos líderes tengan éxito. Eso no quiere decir que cada quien tenga que renunciar a su especial modo de ser y pensar. Porque en definitiva lo que hemos aprendido los del Centro Democrático en los último 18 años es a no renunciar a nuestra libertad última, la espiritual, que fue la que encontró Viktor Frankl para sobrevivir en un campo de concentración. Esa libertad está por encima de los partidos, las religiones, los intereses mezquinos, la corrupción. Esa libertad es nuestra masa crítica presente en todos los seres humanos decentes. Ese es el germen que brotó en la Casa de Nariño. Ojalá no lo dejemos morir.

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