EL PARTIDO DE LA U, SIRVE DE EJEMPLO NEGATIVO

El uribismo como corriente política, nace varios años antes de la creación del partido Centro Democrático. Es con la llegada del presidente Uribe al poder en 2002 que esta corriente política adquiere un carácter nacional, aunque varios de sus postulados son identificados mucho antes por el líder de dicha corriente. El partido de la U no fue fundado por el presidente Uribe, sino por el anterior presidente Santos, que urdió una trama para preparar el golpe de gracia de la traición al país y al uribismo en el 2010. La corriente política tenía varias necesidades prácticas como la de unir la bancada uribista en un partido, crear una herramienta legal para que la corriente uribista pudiera participar en el ejercicio político con su propia identidad y además aspiraba a que ese partido representara y defendiera las tesis de la corriente acabada de nacer a la vida nacional.

Aunque los objetivos estrictamente prácticos se lograron, unir buena parte de la bancada en un partido y tener la personería del mismo para las siguientes contiendas electorales, la estructura y el funcionamiento del partido de la U, anunciaban desde un principio su antagonismo ideológico con los preceptos básicos y el ideario de la filosofía de la corriente a la cual se pretendía representar.

La traición de Santos no fue aislada, sino que fue acompañada de la descomposición y manipulación del partido supuestamente creado para defender las tesis uribistas. Precisamente esos mecanismos internos y de política que aplicaron y aplican en el partido de la U son la mejor guía para que nuestro partido el Centro Democrático no repita ese camino que nos llevaría inexorablemente a ser como otro partido de la U, pero reciclado.

El partido de la U es en esencia un partido de credenciales y no de militantes. Allí el poder y las decisiones están exclusivamente en manos de los propietarios de las credenciales y son estas las que definen las direcciones del partido y las que determinan a quienes se les entrega un aval para cualquier cargo. Inevitablemente en este esquema, la democracia interna y la voz de los militantes no aplican.

En el partido de la U existió siempre un desprecio por la teoría y se privilegiaban los razonamientos «prácticos», que medían no los conceptos ni la ética, sino solo los números electorales y sus resultados, sin importar el mecanismo para lograr estos objetivos. Por eso se entiende la existencia en ese partido de los barones electorales tales como los famosos ñoños.

El partido de la U desde su nacimiento utilizó la estrategia de lista preferente, creando varias empresas electorales individuales que basan su poder, no en la opinión sino en la capacidad de controlar los cargos de elección popular. Las listas preferentes han sido útiles para los interesados en montar una empresa electoral si esta se da en todos los niveles. Los acuerdos se dan entre senadores y representantes, con diputados, concejales, ediles y llega al poder ejecutivo con los alcaldes, gobernadores y termina en la presidencia de la República. De esta forma se construyen las empresas electorales individuales con capacidad de influir en las actividades políticas y administrativas en todos los niveles. Esas empresas, además de los cargos conseguidos con sus socios, alcaldes, gobernadores o la presidencia para aceitar su equipo, requiere ingentes recursos que los obtiene de los contratos con el Estado.

En el partido de la U se cerró el círculo cuando obtuvieron el poder del Estado, con la presidencia de Santos, no para beneficiar a todos los colombianos, sino para beneficiar los intereses particulares del partido y sus miembros. Aparece aquí la gran corrupción de la que todos renegamos. Adquirir una alcaldía o gobernación o la presidencia es para el quien la controla, el mecanismo para influir y determinar el rumbo del partido y sus posiciones. Uribe dio ejemplo de lo contrario durante sus ocho años de mandato. Solo con la llegada de Santos al poder es que se da ese fenómeno nacional de corrupción desbordada en todo el país. Estos elementos conjugados; un partido que privilegia los resultados prácticos a los principios, que entrega el control del mismo a las credenciales y que además permite mecanismos como el uso de listas preferentes en todos los niveles con el argumento de búsqueda de resultados, permite la creación de esas empresas delincuenciales en la política.

En los inicios del partido de la U, todos cantaban loas al uribismo y la competencia era entre quién hacia el discurso más uribista, pero en la práctica cotidiana aplicaban la tesis del practicismo y se alejaban del legado político del presidente Uribe. La traición de Santos no hubiera sido tan fácil si el partido de la U no se hubiera construido con esos criterios.

Hoy el Centro Democrático está ad portas de unas convenciones regionales- demoradas en su convocatoria- además de la selección de sus candidatos. En esta situación, el partido debe establecer si aplica lo señalado en el estatuto y da paso a la democratización completa del mismo, entregándole a las nuevas direcciones territoriales el poder estatutario en la selección de los aspirantes o por motivos prácticos y de tiempo, esa responsabilidad continúa en manos de los anteriores directorios, o de un grupo selecto pero cerrado.

La nueva realidad política que representa el triunfo de Iván Duque, primero en la competencia interna y luego en el enfrentamiento contra la corriente populista a la que también derrotó y que lo convierten en el presidente de la República, solo se podrá concretar efectivamente si se da paso a los mecanismos democráticos establecidos en nuestro estatuto con respeto a la esencia del espíritu del partido y en la que se recogen las experiencias triunfadoras de las campañas del presidente Uribe y ahora del presidente Duque. Éxitos que se derivan principalmente en la conquista de la opinión nacional, único camino para derrotar al populismo en Colombia y el mundo.

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