Ortega y Gasset, el populismo y fátima

Cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes.

Papa Francisco, Santuario de Fátima, viernes 12 de mayo de 2017.

Cuando leí la columna “Que lo rompan todo” de Adolfo Zableh Durán me sentí en París, en la revolución estudiantil del 68, una de las miles que ha habido para cambiarlo todo. Pero de acuerdo con un experto en el asunto, Tirofijo, “Una bomba no cambia nada. Si se mata a un ministro, o a un ex ministro o si se mata al Ministro de Defensa, con eso no se cambia nada, con eso no se cambia al régimen, simplemente ponen otro.” (Frases de grueso calibre, página 37) Y, si Tirofijo hubiera consultado Wikipedia, nos habríamos ahorrado 70 años de matanzas, pues al leer “List of revolutions and rebellions” nos aburriríamos de intentar contarlas porque no han cambiado la naturaleza básica del hombre que es el origen de las revoluciones. En esos eventos vemos la lucha entre la razón egoísta contra el instinto, quedando por fuera la razón altruista y la fe. Romperlo todo es instinto puro, del peor, porque lo recomienda un ser con acceso a la razón, con suficiente tiempo para pensar detrás de un escritorio.

Otros columnistas que nos hablan de personajes que quisieron o quieren cambiar cosas son María Isabel Rueda en su columna “No se deje achicopalar, Fiscal” en donde nos explica la piedra de Humberto de la Calle contra Duque y el Fiscal por querer este último corregir “el Mejor Acuerdo Posible.” Cierran con broche de oro, por ahora, “Amlo y Bolso explican el mundo” de Moisés Naím sobre Manuel López Obrador, Jair Bolsonaro y las similitudes de estos populistas. Finalmente Mauricio Vargas nos explica en “Lula tiene la culpa” por qué el candidato de derechas le ganaría al de izquierda, a pesar de las barbaridades que dice Bolsonaro. Y todo esto tiene que ver con el llamado populismo, una sopa con muchos ingredientes.

Hoy en día se entiende por populismo el grupo de políticos que utilizan al pueblo para construir su poder, entendiendo al pueblo como las clases sociales bajas y sin privilegios económicos o políticos. El populismo suele basar su estructura en la denuncia constante de los males que encarnan las clases privilegiadas. Los líderes populistas, por lo tanto, se presentan como redentores de los humildes. Esa es la versión superficial. Por lo que es bueno recordar a José Ortega y Gasset quien mejor ha descrito ese fenómeno, ya que vio el origen de su nacimiento hacia 1930 cuando habiendo triunfado la revolución bolchevique, se gestaba en Italia el advenimiento del fascismo y en Alemania el nazismo que son la otra cara. El nazismo, al igual que el fascismo y el franquismo, fueron una ideología de carácter totalitario que otorgaba importancia central al papel del Estado, que controlaba todos los órdenes de la vida, y que estaba representado en el liderazgo de un caudillo supremo, cuya misión era la de conducir al pueblo hacia su prosperidad económica y felicidad social. El comunismo cambió al caudillo por un partido único, administrador del totalitarismo.

¿Por qué es importante el tema? Porque ‘el hombre masa,’ que es puro instinto, está por doquier especialmente en todas las versiones de populismo. Tan fuerte es la presencia de esa mentalidad que ha llegado a copar las más altas instancias del poder. “La rebelión de las masas”, el libro más conocido de José Ortega y Gasset publicado en 1930, se centra en el concepto de «hombre-masa» y las consecuencias de su advenimiento al poder del estado con la revolución bolchevique, el nazismo y el fascismo. ¿Qué nos dice en esencia?

En el siglo 19 la vida de los nobles, la aristocracia, la realeza, era la que fijaba las normas culturales de comportamiento, modo de vestir, pensar y hablar dentro de una racionalidad aceptada. Pero con la llegada del comunismo eso cambió. De la vida ‘normal’, como se entendía entonces el modo de pensar, hablar, vestir de las clases altas, se pasó al estilo de las muchedumbres que lo convirtieron en EL PODER REAL, es decir, lo que define la vida. Basta entonces fingir esa variedad de rutinas populares, utilizar ese truco político, lo que se llama demagogia que se define como: el arte, la estrategia o el poder para conducir al pueblo cuando se presenta o crea la oportunidad para seducir una mayoría política que sucede generalmente en época electoral. Eso pasó en Rusia, Alemania e Italia; perduró en España con Franco; sobrevive en Venezuela, Filipinas, Siria, etc. Se le ve en EE.UU y Brasil; pretende llegar al poder en Colombia.

Así, Ortega no entiende la sociedad como una división de clases sociales como nos lo ha vendido Marx, de explotadores y explotados, sino de hombres masa y gente de calidad que no necesariamente coinciden con la jerarquización de una clase social superior y otra inferior, teniendo entonces que dentro de cada estrato social hay personas de calidad, racionales, y otras instintivas, chabacanas, que sería el apelativo de uso diario ; eso, siempre lo hemos sabido, pero el problema surge cuando la chabacanería se valoriza culturalmente y se la exalta como canon estético, modelo de buen estilo, referente cultural o conquista política envidiable.

Así que si en un país, de derecha o izquierda, predomina la chabacanería del hombre masa, no esperemos otra cosa de la universidad, la política, las artes, entendiendo por ese mal a las personas groseras, de mal gusto, ordinarias, vulgares, maleducadas, ramplonas, soeces, incultas, porque la chabacanería impera bajo la máscara cultural de la autenticidad, la rebelión, la irreverencia. Los atropellos de Venezuela, un régimen de izquierda, y cómo los vende el dictador, chabacanamente, también se vieron en España, Argentina, Chile, con sus regímenes de derecha. Eso explica una columna como “Que lo rompan todo”; el discurso chavista y madurista; el que se sustituya el petróleo por aguacates; que el tango ‘Cambalache’ sea el credo de la bohemia existencialista. ¿Entonces por qué nos sorprende un Trump o un Bolsonaro si Hollywood tiene instalada la chabacanería de las películas en su estrategia de negocios y nos parece normal? ¿Cuál es la tragedia actual de Colombia, una supuesta democracia con estado de derecho? ¿No existen acaso todos los carteles, escándalos, delitos, habidos y por haber como resultado de personas sin principios que es una de las características del hombre masa?

Bajo la mentalidad edulcorada de hombre masa adictos al poder tomaron decisiones trascendentales sobre la paz, la justicia, el agro, la economía que, cuando se someten a un análisis de calidad, de funcionalidad social, nos encontramos con que esas decisiones operan como parches de remiendo, no como la alta cirugía de cambio que se pretendía que era. Lo vemos en la JEP que a trompicones está aprendiendo su rol acomodaticio en favor de una impunidad evidente con las Farc, la organización prototipo del hombre masa violento.

Pero la tragedia de la sociedad con la mentalidad del hombre masa en el poder es que los dirigentes que la ejercen, ni los que los siguen, no se dan cuenta de la clase de personas que son. Eso explica que se considere ‘normal’ controlar la población mundial mediante métodos anticonceptivos, guerras o abortos, a pesar de la evidente contradicción y la alharaca moral que se arma porque no hay la mínima sensibilidad racional, moral o ética hacia una verdad sencilla: no mataras, de ninguna forma; por lo que es ‘normal’ que el debate sea el placebo de una verdad que no define socialmente nada, ya que lo que prevalece es el instinto en contra de la verdad que es eminentemente racional e intuitiva.

Un ejemplo de lo anterior es que cuando se llega a ‘doctor’ mediante un título, adquiriendo un nivel de autoridad social, entonces se puede producir la insubstancial banalidad profesional o política que se traduce en el ‘de cualquier manera’, ‘todo vale’, ‘lo mismo da’, ‘poco más o menos’, ‘qué importa’, por lo que esa comodidad moral que nos hace instintivamente grupales, amigos de todos, es difícil de superar. ¿Nos sorprende entonces que la corrupción, la violencia intrafamiliar y política, la vulgaridad y pornografía en las redes, la prostitución y abuso de menores, los malos servicios sociales que, en salud, por ejemplo, se trata al ser humano como desechable, (a alguien se le puede dejar morir por falta de un trámite o por el capricho del que está de turno) se den como cosa normal frente a los esfuerzos de los pocos funcionarios sensibles y pensantes del régimen?¿Cómo se llega a la cultura y educación del alma que promueva la decencia de cada quien y el riesgo de ser diferente y decente con el coraje necesario para serlo? Otro ejemplo dramático de todo lo anterior es que uno de nuestros íconos presidenciables, el Profesor Antanas Mockus, exrector de la Universidad Nacional, se dio a conocer mundialmente mediante la chabacanería de mostrarle su trasero a los estudiantes en La Universidad Nacional, arrojarle un vaso de agua en la cara a Horacio Serpa y bajarse los pantalones en el congreso, actos que se han calificado de ‘autenticidad.’¿Cómo se consagró la chabacanería en Colombia?

En 1970 veíamos por TV la Guerra de Vietnam y llegaban al país gringos huyéndole al servicio militar; se oían en Colombia los ritmos tradicionales del folclor, la gente iba a misa; El Tiempo publicaba Lecturas Dominicales que le daba cabida al mejor pensamiento colombiano; en los colegios se enseñaba cívica y urbanidad, la música clásica se escuchaba por la HJCK como algo normal, se veían las películas europeas de calidad, la poesía social y de todas las tendencias eran algo común; el Nuevo Liberalismo surgió al igual que García Márquez. Nos matábamos pero de a poquito. Los que se metían un porro eran marihuaneros y se les consideraba hampones.

Pero llegó la chabacanería consagrada en el rock y la marihuana que se pusieron de moda y se volvieron negocio; Woodstock, con la gente drogada en pelota haciendo el amor bajo la lluvia fue la consagración mundial de la orgía; lo sicodélico se impuso como resultado del ‘viaje’ de la droga en busca de experiencias; el instinto se convirtió en un hito cultural a nivel mundial en el llamado jipismo. Tras la hierba maldita, se presentaron los resultados inesperados del LSD como experimento social de la CIA, legó la cocaína y Pablo Escobar. Los intelectuales le comieron cuento a Aldous Huxley, con ‘Las puertas de la percepción’ y a Carlos Castañeda con ‘Las enseñanzas de Don Juan’ sobre los hongos alucinógenos; el yahé se puso de moda y todo quedó patas arriba.

De ahí que hoy en día es de ‘gente bien’ fumar cannabis, aspirar cocaína; los de estrato seis lo consideraron recreacional y les hicieron el favor de ‘el libre desarrollo de la personalidad’; pero para los de estrato uno el cacho es advertencia de querer envalentonarse, atracar, robar, etc. Lo mismo hacían los soldados de Vietnam. En estos casos se impone el instinto, permitido o no, según categorías sociales, la capacidad de poder, la apelación a la provocación sexual como sucede con la champeta, las canciones vulgares y denigrantes que merecen la apología de las redes. Por ese motivo una cultura colombiana que hoy desconocemos desapareció para los jóvenes del 2018.

Hoy sabemos que el rock clasifica quién eres según el grupo o el loco que sigues; si el sexo es responsable o no, según la ocasión o la pareja; el negocio de la moda estrafalaria; las diferentes máscaras de ‘autenticidad;’ el aborto, un horror, es permitido como una posición de avanzada cuando debería ser una vergüenza; la corrupción campea, etc. Incluso Jesús se convirtió en ‘Superstar’ de rock y Satán puede tener iglesias de libre acceso. Si oras eres un cavernario. En la historia eso se ha conocido como decadencia.

Lo anterior fue descrito simbólicamente cuando en 1940 George Orwell escribió en “Notes on the way”: “Nos pasamos doscientos años aserrando y aserrando y aserrando la rama en que estábamos sentados. Y al final, mucho más repentinamente de lo que nadie predijo, nuestros esfuerzos fueron recompensados, y caímos. Pero, por desgracia, ha habido una pequeña equivocación: lo que había en el suelo no era un lecho de rosas después de todo; era un pozo ciego lleno de alambre de púas… Parece que la amputación del alma no es un trabajo quirúrgico sencillo, como que le extirpen el apéndice a uno. La herida tiene tendencia a infectarse.” Es decir, occidente se quedó sin alma. ¿Por qué? Porque todavía no hemos entendido la revolución silenciosa de un mesías derrotado que transformó la historia.

Por eso en el contexto anterior la frase de André Malraux (1901-1976): “El siglo XXI será religioso (o espiritual, o místico) o no lo será «, sigue causando impacto en los usuarios de internet para consolar a algunos, provocar o exasperar a otros. Lo cierto es que permanece presente en la mente de los europeos que se preocupan por el tema por lo que encuentra eco en escenarios diversos: culturales, políticos, sociales, religiosos, científicos e incluso comerciales.

Pero un pensamiento destructor y corruptor de masas se hizo presente en el mundo que dio origen a las guerras mundiales, en Colombia al 9 de abril, y todo cambió. El segundo mazazo lo recibió el país con la violencia y el tercero con el narcotráfico. Con esos fenómenos sociales el poder se desplazó de lo religioso a lo violento; de la violencia política al narcotráfico, el dinero fácil que, combinados, conforman la corrupción masiva en todos sus aspectos mundiales, con la inmensa variedad de delitos sexuales, penales, civiles, políticos, informáticos, etc. que se toman como actividades socialmente toleradas. De ahí a la entrega o compra de un país no hay sino un paso, para después ensayar el asunto a nivel mundial. Lea: Economía ilegal mueve 35% del PIB | El Nuevo Siglo Bogotá. Mientras tanto en Grecia es de 21.5, Italia 19.8, España 17.2, Noruega 12.2, Alemania 10.4, Canadá 9.8, Australia 9.4, Reino Unido 9.4, Japón 8.6, Países Bajos 8.4, Suiza 6.0, Estados Unidos 5.4.

Ahora bien, en mi artículo anterior hablaba de “Las enseñanzas de las coincidencias significativas” en el que he querido llamar la atención sobre la ocurrencia de algunos hechos históricos. Si en 1930 Ortega y Gasset advirtió sobre la participación violenta del hombre masa en los escenarios históricos, y su advertencia fue ignorada; y si la Santísima Virgen María ya había denunciado el populismo en Fátima en 1917, la forma de prevenirlo, y todo eso se ignora a pesar de lo que reveló ¿Qué clase de ceguera es la que nos agobia y por qué?

En su tercera aparición a los videntes, el 13 de julio de 1917, la Virgen, les dijo que más adelante volvería para pedir la Consagración de Rusia a Su Inmaculado Corazón. Y añadió: ‘Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas. Por fin, Mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre Me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz.’ Para reafirmar lo anterior mostró su poder con la danza del sol, secó a la gente empapada por la lluvia en la explanada de Fátima y los periódicos importantes del momento registraron el portento.

Después hemos comprobado que el 15 de marzo de 1917, cuatro meses antes del anuncio de la Virgen a los pastorcitos, el zar Nicolás II Románov había abdicado. Kerensky y un gobierno provisional lo remplazaron. No era un régimen comunista y ateo, todavía. Sin emabrgo, se produjo la revolución de octubre de 1917 que provocó la caída de ese Gobierno Provisional yl os bolcheviques tomaron el poder.

Con las Tesis de Abril, Lenin expuso que el fin de la guerra solamente se daría si se acababa con el orden imperialista aún vigente que estaba representado por el Gobierno Provisional, que era de tipo burgués. Había que implantar un orden socialista, controlado por los obreros a través de los soviets donde se confiscarían todas las propiedades agrarias y solamente existiría un único banco nacional. El control de la producción estaría en manos del estado.

Y a pesar de que lo que dijo la Santísima Virgen se ha cumplido como que La URSS ‘esparció sus errores por el mundo’, que un tercio de la superficie terrestre asumiría un régimen comunista, que el aborto siendo legalizado por primera vez en la URSS se ha vuelto hegemónico en el mundo; que durante 70 años en Rusia, y 40 en Europa del Este, la Iglesia católica y otras denominaciones cristianas fueron perseguidas, acosadas y martirizadas, con cientos de miles de personas asesinadas por el Estado debido a su fe, existiendo la persecución y acoso en países comunistas como China, Vietnam, Laos, Corea del Norte y Cuba; a pesar de todo lo anterior, digo, la Santísima Virgen María sigue siendo una opción religiosa más, y no una verdad que debería preocuparnos por lo que nos advirtió y se ha cumplido. ¿Por qué? Las falsas razones, la incredulidad, se imponen sobre la verdad comprobada debido a la fuerza social del populismo.

Para comprobar todo lo anterior, el 25 de marzo de 1984 en la plaza de San Pedro en Roma, ante una imagen de la Virgen de Fátima, Juan Pablo II consagró «el mundo y Rusia» al Inmaculado Corazón de María, en unión con todos los obispos del mundo, como lo había pedido la Virgen. Cinco años después, el bloque del Este se hundía. ¿Pero se convirtió Rusia? Hoy se ve un resurgimiento del cristianismo ortodoxo en Rusia.

Ahora bien, decía Marx que la religión era el opio del pueblo utilizada por los burgueses para dominar las clases inferiores. Sin embargo, la religión revelada se basa en hechos sobrenaturales comprobados. Jesucristo murió en la cruz y resucitó, el mayor portento histórico; la Santísima Virgen hizo los prodigios que hizo en Fátima, las vidas de miles de santos dan testimonios asombrosos, los milagros ocurren todos los días, no para que el poder eclesial fuera utilizado de diferentes maneras, buenas y malas. No. Los hechos sobrenaturales son para indicarnos que existe otro nivel de realidad que no comprendemos, que se manifiesta por amor para que entendamos una nueva forma de vida y demos frutos concretos. Hoy se anuncia El Primer Congreso Internacional sobre Ciencia y Fe que tendrá lugar en Bogotá en noviembre.

Uno de esos ejemplos sobresalientes del siglo 20 ha sido el Padre Pío de Pietrelcina canonizado en el 2002 por San Juan Pablo II. Su vida y obras, a pesar de haber sido perseguido, son la mejor inspiración para personas del siglo 21 como lo fue en su momento. Su funeral fue el de un hombre de estado y su canonización paralizó a Roma. ¿Por qué lo traigo a colación? Porque su vida es el ejemplo de una imponente revolución no violenta, consciente, productiva. Decía el Santo: “Daré más guerra muerto que vivo” y así ha sido. Su hospital, La casa Sollievo della Soferenza (Casa alivio del sufrimiento) convoca en un mismo sitio la oración, la fe y la mejor ciencia médica de Europa para los enfermitos del mundo. Millones de seguidores tiene por doquier. ¿Por qué? ¿Ha comenzado la cuenta regresiva para el castigo de este planeta?

La nueva nobleza del siglo 21 es la que busca rescatar las expresiones y poderes fundamentales y universales de nuestra alma para salvar esta humanidad, no como el esfuerzo de un salvador, sino desde la soledad heroica del que quiere volver a creer en ese Salvador, a pesar de la negación. Se le llama, modernamente, búsqueda.

En el siglo 19 la presencia de Jesucristo se daba por sentada en las costumbres de la inmensa mayoría. Habían llegado a estas tierras los Franciscanos, Dominicos, Agustinos, Jesuitas, Clarisas, Samaritanos, Carmelitas, Salesianos etc. para conformar conventos para la doctrina e iglesias para el culto. En la Europa y Norteamérica protestante la sociedad era guiada por pastores evangélicos y de otras denominaciones de sana doctrina. Sin embargo, con las dificultades que un siglo de descreimiento ha causado en toda la humanidad, un resurgimiento de la fe se vive especialmente en Colombia. Hasta el punto que ha definido los últimos acontecimientos políticos. ¿Seguiremos ignorando esos testimonios como el que sigue?

La Batalla de Lepanto fue un combate naval que tuvo lugar el 7 de octubre de 1571 en el golfo de Lepanto, frente a la ciudad de Naupacto, en Grecia, donde se enfrentaron la armada del Imperio otomano contra la de una coalición cristiana, llamada Liga Santa. Esa batalla definió el destino de Occidente. Allí, participó Miguel de Cervantes Saavedra, conocido como el manco de Lepanto, autor de El Quijote. Aunque lo de ‘manco’ no es totalmente cierto, pues no le cortaron la mano izquierda, sino que se anquilosó al perder el movimiento cuando un trozo de plomo le seccionó un nervio quedando incapacitado para que con la derecha pudiera escribir la obra más reconocida de la lengua española y universal cuyos personajes son la representación de la tragicomedia del iluso idealista en contraposición con el escudero aterrizado que le quiere evitar problemas.

Ahora bien, según distintos relatos, mientras la batalla transcurría, el Papa Pío V aguardaba rezando el rosario en Roma. Durante el rezo, el Papa salió de su capilla y, por aparente inspiración, anunció a todos los presentes y con gran calma que la Santísima Virgen les había concedido la victoria a los cristianos. Más tarde se comprobó la victoria. Así, todos los 7 de octubre la Iglesia católica celebra una fiesta al rezo del Rosario, ya que se atribuyó la victoria directamente a la intercesión de la Virgen María. Y a partir de esta fecha, el rezo del Rosario se popularizó entre las masas. Por eso hoy no hablamos árabe y no tenemos a Trump respirándonos en la nuca. El Padre Pío consideraba el rosario ‘su arma favorita’ contra el mal.

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