Violencia en frontera con Colombia, fuerte golpe para Ecuador en 2018

Quito (PL) La violencia desatada en la frontera entre Ecuador y Colombia, así como sus terribles consecuencias, resultaron un fuerte golpe para este país sudamericano en 2018.

La provincia de Esmeraldas, limítrofe con el territorio vecino, fue blanco a principios de este año, de atentados y otros hechos violentos que dejaron un saldo de al menos nueve muertos y más de una decena de heridos.

El estallido de un coche bomba frente al distrito policial de la localidad de San Lorenzo el 7 de enero pasado, fue el inicio de varias acciones desarrolladas en territorio ecuatoriano por el frente Oliver Sinisterra, formado por disidentes de la exguerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia/Ejército del Pueblo.

Varios heridos leves y daños considerables a la infraestructura militar fueron el resultado de ese primer incidente, al cual sucedieron otros con mayores consecuencias.

En marzo pasado, otro hecho conmocionó al país. La explosión de una bomba casera en la localidad de Mataje, provocó la muerte de cuatro agentes policiales que patrullaban la zona, tras la decisión de las autoridades nacionales de incrementar el control y la seguridad.

Cuatro días más tarde, desapareció un equipo periodístico del diario El Comercio, que acudió al lugar a realizar una investigación, como parte de su trabajo.

El reportero Javier Ortega, el fotógrafo Paul Rivas y el conductor Efraín Segarra fueron secuestrados por el mismo grupo criminal, liderado por el ecuatoriano Walter Patricio Arizala, conocido con el alias Guacho.

Según un video que circuló en redes sociales a principios de abril, el periodista pidió al presidente, Lenín Moreno, liberar detenidos del Frente y anular el acuerdo bilateral de lucha contra el terrorismo para salvar sus vidas.

Varios días después, el propio mandatario salió ante las cámaras para confirmar la muerte de los trabajadores de El Comercio, cuyos cuerpos solo pudieron ser recuperados más de dos meses después por efectivos colombianos.

En medio de esa situación, autoridades de las cancillerías y ministerios del Interior y Defensa de ambas partes comenzaron un trabajo mancomunado, para llevar tranquilidad a la zona fronteriza donde el miedo se apoderó de sus residentes, ante la ola de explosiones que se vivió por más de cuatro meses.

Sin embargo, ninguna de las acciones desplegadas logró el objetivo final, dar con el líder del frente, ni poner fin a la inestabilidad.

A raíz de estos sucesos, el jefe de estado ecuatoriano decidió suspender las conversaciones de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional que tenían lugar en Quito, decisión ampliamente criticada, así como la inoperatividad y pocos avances en materia de seguridad nacional.

Entonces el país recibió otro golpe, el secuestro de una pareja de jóvenes, quienes también fueron asesinados, poco después, por el frente Oliver Sinisterra.

La situación derivó en la renuncia de los entonces ministros de Interior y Defensa de Ecuador, César Navas y Patricio Zambrano, respectivamente, luego de fracasar en los intentos de capturar a los responsables de los secuestros y a su cabecilla, alias Guacho, para llevarlos ante las autoridades y procesarlos por sus delitos.

Ante esa realidad, también se establecieron varios objetivos estratégicos para la política de defensa y seguridad en la frontera norte, entre ellos ejercer un control efectivo del territorio, recursos e infraestructura, proteger a la población y evitar su desplazamiento, así como aumentar controles para contrarrestar las actividades económicas ilícitas.

Incrementar la cooperación con Colombia y a nivel internacional, reactivar la producción y fortalecer la identidad nacional, además de la conservación ambiental, fueron otras de las metas.

La situación en la frontera también dio pie al ingreso de personal de Estados Unidos en este territorio sudamericano, a donde llegaron expertos del Buró Federal de Investigaciones, así como una misión del Comando Sur, integrada por el teniente general Joseph P. Di Salvo, subcomandante militar, y la embajadora Liliana Ayalde, asesora de Política Exterior de esa instancia.

Según dijo el embajador del país norteño en Ecuador, Todd Chapman: Estados Unidos quiere ser un buen socio para Ecuador, por lo que cumple su compromiso de cooperar con la seguridad nacional y las instituciones de estado dedicadas a esa tarea.

La cercanía y la intervención de Washington en asuntos domésticos derivaron fuertes críticas y posicionó la teoría de una nueva forma de injerencia, sin necesidad de acudir a las bases militares.

Mientras, de la labor conjunta con Colombia derivó la aprehensión y encarcelamiento de varios de los miembros del grupo criminal responsable de los hechos violentos, pero la investigación de las circunstancias de los plagios y muertes de cinco ecuatorianos aún está vigente.

Para muchos, el estado no aplicó todos los mecanismos posibles a fin de evitar los asesinatos, mientras otros consideran que si se atendieran más, desde el punto de vista social y económico, a las localidades fronterizas, la delincuencia tendría menos cabida y limitadas oportunidades de actuar.

Sin embargo, tanto Colombia como Ecuador defienden que han hecho todo lo posible por devolver la tranquilidad a las áreas fronterizas y ampliar iniciativas para mejorar el bienestar de los residentes en esa región compartida.

Un total de 75 personas han sido detenidas este año en relación con los hechos violentos en la frontera norte, 65 pertenecen a la organización Oliver Sinisterra y los 10 restantes están vinculados a sus actividades delictivas, de acuerdo con datos ofrecidos por la actual titular de Interior, María Paula Romo.

Una de las últimas actividades conjuntas para lograr esa meta fue el VII Gabinete Binacional, efectuado en Quito, en el cual se evaluó la ejecución de los acuerdos tomados en materia de seguridad y defensa, entre ellos del Plan Nacional de Integración Fronteriza.

La conformación de un Fondo Binacional de Desarrollo Fronterizo que permitirá sacar adelante proyectos en común entre ambas naciones, figura entre los avances destacados en esa reunión.

Aunque en los últimos meses la zona limítrofe ha retornado a la normalidad, la inseguridad vivida en la frontera norte fue uno de los temas dominantes durante el año y mantuvo a Ecuador en el panorama internacional, no solo por las acciones delincuenciales, sino también por los pocos logros, pese al trabajo mancomunado con Colombia.

Poco a poco los residentes en las localidades limítrofes han recuperado su cotidianidad, pero sin olvidar que afuera aún el enemigo está al acecho y podría volver a atacar en cualquier momento.

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