¿Se desarrolla la personalidad libre o responsablemente?

El porte y el consumo de sustancias estupefacientes o sicotrópicas está prohibido, salvo prescripción médica.

Reforma al artículo 49 de la Constitución según Acto legislativo 02 de 2009

Dado que el desarrollo de la personalidad es imposible en el hombre aislado, pues somos reflejos mutuos que permiten compararnos y mejorar o empeorar, este escrito es un argumento en contra de la interpretación sobre ‘el libre desarrollo de la personalidad’ cuyo ponente fue el Profesor y Magistrado Carlos Gaviria (q.e.p.d.) y las implicaciones del reciente pronunciamiento de la CC sobre sustancias sicoactivas y el alcohol. Mi argumento no es jurídico, sino educativo, el campo al que pertenece el tema del desarrollo de la personalidad. El Profesor Gaviria era un profesional del derecho, no de la educación ni la sicología.

Después de haberse reformado la constitución como quedó arriba, algunos ciudadanos presentaron demandas de inconstitucionalidad que daría como resultado la inutilidad del esfuerzo gubernamental por atacar el principal agente que afecta la salud mental de los colombianos, la droga. Sin embargo la CC se declaró inhibida para pronunciarse sobre la pretendida inconstitucionalidad según C 574 de 2011. ¿Por qué en el 2019 quiere dar reversa y facilita el uso de sustancias sicoactivas en el espacio público mediante la reforma del Código de Policía en clara violación constitucional?

Debido a lo anterior, en Colombia se revivió el debate basado en el argumento legal de ‘el libre desarrollo de la personalidad’ que, en el espacio público, permite fumarse un porro de marihuana, llevar el pelo largo en los colegios, hacerse tatuajes, tener diferentes preferencias sexuales, etc., sin ser molestado por las autoridades. El fallecido magistrado Carlos Gaviria miembro de la Corte que impulsó ese pronunciamiento argumentaba que las personas tienen el derecho “al libre desarrollo de su personalidad sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico.”Pues arriba está la prohibición constitucional a la que nadie le para bolas. ¿Por ignorancia o conveniencia? Yo digo que por ignorancia de cómo razonaba el magistrado ponente Carlos Gaviria. De su conferencia LA DEFENSA DE LA AUTONOMÍA EN UN PAÍS HETERÓNOMO, extraigo:

2.1 “El Estado de estirpe liberal excluye el paternalismo – Porque dentro de un ordenamiento informado por principios de filosofía liberal, no puede el Estado sustituir al individuo en la evaluación de lo que para éste puede resultar provechoso o nocivo.”

La experiencia que detallaré más adelante, demuestra lo contrario; además, a Gaviria le quedaría difícil probar la falacia de que Colombia es un país heterónomo (sujeto a un poder externo) porque confunde el país político y económico – financiero, con el país social en donde somos un conjunto interrelacionado de decisiones autónomas, pero también sometidos a los derechos y decisiones de los otros (heteronomía), ya que el ser humano no es el resultado de una concepción política, sino de un contrato social multidimensional que va evolucionando de acuerdo con lo que es permitido o debe prohibirse para bien de todos.

Probaremos en este escrito que el sujeto moral, es decir, quien puede distinguir y escoger entre el bien y el mal de sus acciones, uno de los fundamentos del argumento de Gaviria, puede dar como resultado el ejercer y exigir el derecho a la dignidad humana con sus libres escogencias. Pero no es cierto que la formación de la conciencia moral dependa de un principio liberal, sino de muchos factores cambiantes. Ni que tampoco dependa de la autonomía en desmedro de la heteronomía. Por el contrario la educación es el escenario en que se interrelacionan ambos principios. Por lo tanto, sin una educación adecuada para el desarrollo de escogencias morales constructivas, no hay sujeto moral en la práctica, aunque sí pueda serlo legalmente ante la ley por no estar impedido, es decir, por ser mayor de edad y no estar loco.

Por lo que el argumento de Gaviria, en el 2019,cae en el viejo dilema de que no todo lo pretendidamente legal es justo o cierto, y en este caso es, además, ilegal. Pues se interponen, además de la Constitución, el complejo escenario de la personalidad, ya que esta se desarrolla desde el vientre de la madre, marcada por la herencia genética, la educación y todo un universo de condicionamientos psicosociales, entre ellos, la moral. Y debido a que nuestra personalidad se ha desarrollado gracias a todo un esfuerzo social responsable, en nada contribuye a ese desarrollo tener el irresponsable derecho a fumar marihuana o beber alcohol. Ignorar lo anterior ha dado origen a tragedias y malentendidos que hago evidentes con las siguientes preguntas:

¿Es correcto producir un choque de trenes entre la institucionalidad y la sociedad para darles gusto a los interesados voceros de adictos o aficionados de la droga que favorecen el negocio del microtráfico? Así se percibe socialmente la cosa; y la percepción es la realidad, nos guste o no; sea justa o injusta. Si un cacho de marihuana contribuye al ‘libre desarrollo de la personalidad’, ¿contribuye una tonelada de marihuana al libre desarrollo de la sociedad? ¿Es el Bronx de Bogotá una lección suficientemente clara y dolorosa sobre la tolerancia al mal uso del derecho al ‘libre desarrollo de la personalidad”?Para los que no conocen Bogotá, el Bronx era un barrio para el consumo de drogas con el conocimiento de las autoridades. Después de muchos años de ‘tolerancia’ del delito en pleno espacio público, se convirtió en un centro del crimen organizado. Los sitios de consumo fueron destruidos. Actualmente hay un parque porque abrieron los ojos ante un mal mayor que comenzó con la ‘tolerancia’ de un cacho de marihuana que se podía fumar en público. Por otra parte, ¿No son los hermosos espacios públicos libres de droga un testimonio de la conveniente renuncia al derecho de tirarnos la vida con ‘el libre desarrollo de la personalidad’ en beneficio de la sociedad?

Ahora bien, tenemos todos los derechos y razones que queramos. ¿Pero cuándo es conveniente renunciar a ellos porque existen deberes o razones que son más importantes? (¿Autonomía vs heteronomía?) Luego las leyes no son la respuesta única para una sana convivencia, sino el uso sabio de las mismas. Un simple ejemplo: Tengo el derecho a expresar que me gustan las mujeres diferentes a mi esposa. ¿Pero es conveniente que ejerza ese derecho frente a ella? ¿Estaré dispuesto a aceptar que ella diga lo mismo en relación con los hombres? Si la armonía en el matrimonio y la familia son más importantes que ese derecho, seguramente ambos renunciaremos a ejercerlo estúpidamente. Ese mutuo y tácito acuerdo, en beneficio propio y de los otros, se llama respeto y también inteligencia emocional. En otras épocas se le consideraba una manifestación de la virtud de la prudencia.

A la Corte Constitucional del 2019 sencillamente le faltó esa virtud, como le faltó a Gaviria que solo pensó en los supuestos adultos moralmente formados, y no en los niños y adolescentes; ni tampoco pensó en el impacto social de las sustancias sicoactivas y el alcohol como agentes destructores de la capacidad de ejercer como agentes morales, pues al meterse con reformar unos ‘articulitos’ del Código Nacional de Policía y Convivencia, es decir, con la Policía que es la que pone los muertos en su lucha contra las drogas, reglamentar algo que pueda interpretarse como tolerancia de ese flagelo, es como mencionar la soga en casa del ahorcado. Además, la sociedad no se rige solamente por la razón jurídica, una especialidad del sentido común, sino por el sentimiento y las emociones que son el principal aglutinante de convivencia que es un conjunto de heteronomía y autonomía libremente acordado que se llama contrato social.

Además de lo anterior, como todo en la vida, el pronunciamiento de la CC, es un planteamiento idealista que tiene que enfrentarse con la realidad pragmática, el peramente conflicto del REAL POLITIK, que puede resultar en el cumplimiento de deberes y reconocimiento de los derechos de los otros; pero también en el conflicto entre esos deberes y derechos y la conveniencia de ejercerlos o no. Por eso su sentencia se discute en el plano jurídico y deja en babia a los legos. (¿Heterónomos por ignorancia o por obligación legal en aceptar un pronunciamiento de la CC?) Debido a lo anterior, hay que cuestionarla para que entendamos hasta dónde puede servir o no de ‘guía’ para la convivencia ciudadana, pues está comprometida nuestra autonomía.

Por otra parte y considerando lo dicho, en el debate no vemos el concurso de los que saben sobre el desarrollo de la personalidad; es decir, profesores, padres de familia, médicos, psiquiatras, sicólogos, sacerdotes, que nos dirían algo de sentido común, que todos conocemos, en coherencia con los hallazgos científicos que ignoramos, como por ejemplo el uso de la Programación Neurolingüística en la educación, para cambiar patrones de conducta indeseables, o reafirmar los positivos. He sido profesor durante muchos años y en mi formación universitaria y práctica profesional tuve que aprender sobre el desarrollo de la personalidad de los bebés, niños, adolescentes y adultos, sus diferentes limitaciones y las herramientas para superarlas, que no son precisamente el alcohol y las drogas.

Aprendí que el desarrollo de las personas se refiere a cómo los patrones organizados de comportamiento que conforman la personalidad única de cada quien emergen lentamente con el tiempo y son diferentes a lo largo de la vida. Todos sabemos que muchos factores influyen en la personalidad como la genética, el entorno, la crianza de los hijos y las variables sociales.

Sin embargo, la CC habla de proyecto de vida, sin tener en cuenta la complejidad del asunto y cómo su enfoque legalista puede chocar con múltiples experiencias que lo contradicen. Si, por ejemplo, la CC hablara con una profesora de kínder, esta le diría que el respeto a las leyes se basa en la confianza y que esa característica se empieza a formar en el primer año de vida del bebé; si este no crece en un ambiente protector y protegido que es un ambiente necesariamente paternalista (Gaviria estaba contra el paternalismo de estado) para la protección y desarrollo responsable del bebé, ¿qué pasará más tarde si el estado no promueve esa importantísima característica de la educación temprana? Esto implica la responsabilidad protectora de alguien y del estado, no la libertad del bebé. Más tarde, ese bebé que se formó adecuada o inadecuadamente será un buen o mal ciudadano. Con esto sencillamente demuestro que el sujeto moral responsable no nace por generación espontánea mediante el cumplimiento de una ley, sino que es el resultado de un largo proceso evolutivo que seguiremos exponiendo.

Por otra parte, ¿cómo argumentará jurídicamente una persona que desde su inconsciente desconfía sin saber por qué? Seguramente lo hará de manera muy racional, pero sesgada. (Vale la pena anotar que no todo lo racional es moral.) ¿Y qué pasaría con la supuesta confianza que debemos tener hacia los otros seres humanos para respetar sus derechos por convicción objetiva, presunción de inocencia y no por cohersión? ¿Sabe la CC que por condicionamiento cultural inconsciente (si el hombre es bueno o malo por naturaleza) las leyes pueden estar equivocadas buscando un bien mayor?

Una cultura basada en el concepto inconsciente sobre la naturaleza humana, de que el hombre es malo, (justicia preventiva) producirá leyes y practicará tangencialmente procedimientos injustos que se ignoran de acuerdo con esa concepción. Ejemplo: en las cárceles colombianas hay muchos presos castigados sin haber tenido un juicio. ¿Por qué? Porque, culturalmente, el delincuente es malo por naturaleza y no es sujeto de derechos. Es decir, es un animal, y así se le trata.

De la misma forma esa justicia, ciega a las influencias culturales, será negligente con respecto a las estructuras jurídicas nacidas de la presunción de inocencia basada en que el hombre es bueno. Ejemplo: Mandará a la casa a un irredento criminal, o lo dejará posesionar en el congreso, basada en un tecnicismo jurídico nacido de la presunción de que el procedimiento es justo porque supuestamente es bueno para la sociedad y las institucionalidad. De la misma forma será el uso de sicoactivos en el espacio público que supuestamente es defendido por un derecho legal, pero moralmente incorrecto. Por eso se invita tranquilamente a una ‘fumatón’ de marihuana y se le da visibilidad en algún medio que le gusta producir noticias de controversia.

Esa cultura que produce y tolera leyes para controlar al hombre malo, no para ser justa y equitativa con todos, hará ese mismo uso del derecho y se lo aplicará a los buenos, pues se puede defender, como una aplicación mecánica de la ley, al adicto en el espacio público en detrimento de los niños y el impacto negativo que ello causa. ¿En dónde está la esperada ética y sabiduría de los que pretenden hacer de guías de la sociedad?

¿Y en todo esto qué papel juega la educación? La educación internaliza los principios básicos que hacen de alguien un ser humano responsable. Sin ellos, de nada servirá en la edad adulta la verdad, como una vivencia irrefutable, base de la justicia como imperativo moral basado en la verdad jurídica, moral y legal como algo incuestionable frente al crimen y el delito. De ahí que de manera legal, racional, incontrovertiblemente jurídica y sutil, se buscará torcerle el pescuezo a la ley en beneficio de… Esa es la base inconsciente de la corrupción.

Ahora bien, aunque usted no lo crea, la autonomía frente a la ley, al igual que la vergüenza de no acatarla, y la duda que nos hace sopesar los pros y los contras, empiezan a aprenderse con el control de los esfínteres, porque el no hacerlo trae consecuencias de vergüenza y este aprendizaje se va profundizando a lo largo de la vida, equilibrado con el ejercicio de la razón y los principios. Los niños que completan esa etapa con éxito se sienten seguros y confiados, mientras que aquellos que no lo hacen se quedan con una sensación de inadecuación y dudas. Lograr un equilibrio entre autonomía, vergüenza, duda y principios llevaría al desarrollo de una cierta característica de la voluntad, que es la creencia de que los niños y adolescentes pueden actuar con intención, dentro de la razón y los límites, para fastidiar o agradar a los padres o sus formadores. Cuando no se tiene claridad sobre el desarrollo de la voluntad humana, se habla de instinto. Sin embargo…¿Cuál es el estado civil de Mafalda? ¡Desobediente racional o caprichosa! Así también puede ser la justicia.

Y como si fuera poco, Los sicólogos hablan de locus de control (LC) que es un término que se refiere a la percepción que tiene una persona sobre las causas de lo que pasa en su vida. Es la manera en que percibe una persona si el origen de su propio comportamiento es interno o externo a ella.

¿Cómo se aprende a respetar o irrespetar el espacio público?¿Con sermones educativos, policía, sabiduría espontánea, visitas al psiquiatra? No. Con la práctica del respeto o irrespeto del espacio privado de la casa: cuarto arreglado, orden, limpieza, disciplina. Por eso los mejores regalos que los padres podemos hacerles a nuestros hijos deben ser aquellos en los que asuman responsabilidades que son las mejores motivaciones para su independencia posterior.

Si con lo anterior, no se desarrolló un esquema del control interno de nuestra responsabilidad ante lo que nos ocurre o lo que permitimos que incorrectamente suceda en la sociedad o a nuestro alrededor; si no lo aprendemos en la casa, el colegio y nuestro ambiente, guiados por el bien propio y de los otros, pensando en nuestro futuro, le corresponde a la persona ser guiada o disciplinada por la inmensa variedad de controles externos: las reglas justas e injustas, el mal y buen uso de las armas, la policía, el miedo, las falsas motivaciones, etc.; pero si, a pesar del esperado respeto a la autoridad mediante esos procedimientos externos, ese control interno no se da, nos corresponde visitar al psiquiatra, el sicólogo, el cura, el pastor, o ir a la cárcel.

Siguiendo con nuestra lección de pedagogía para la CC, la profesora de preescolar le podría explicar a los honorables magistrados que la razón por la que pone a jugar a los niños es para observar, dirigir y corregir cómo los niños, a través del juego y otras interacciones sociales, afirman su poder y control sobre el mundo. Los niños que tienen éxito en esa etapa, se sienten capaces de guiar a otros. Quienes no logran adquirir estas habilidades se quedan con un sentimiento de culpa, dudas, y falta de iniciativa. ¿Cómo se manifestará esa experiencia en la edad adulta?

Señores de la CC: ¿Qué clase de adultos serían los que irrespetarían las leyes? ¿Puede el estado ayudar a formar esa personalidad mediante la escogencia o abstención de consumir alcohol o drogas en el espacio público? ¿No es una tontería que el estado haga un inmenso esfuerzo en pro de la salud mental de los colombianos y que la CC promueva, en nombre de un derecho, el consumo de sustancias sicoactivas, la principal fuente de muchas enfermedades mentales? ¿En qué podrían convertirse esos ‘líderes inadecuados’ que tienen fácil acceso a la droga?

La profesora de primaria podría explicar en una reunión de padres de familia que a través de las interacciones sociales los niños comienzan a desarrollar un sentido de orgullo en sus logros y habilidades, por lo que deben ser alentados y felicitados por los padres, maestros y adultos para que desarrollen un sentimiento de competencia y creencia en esas habilidades. Aquellos que reciben poco o ningún estímulo de los padres, maestros, compañeros o adultos dudarán de sus habilidades para tener éxito. Si a lo anterior se agrega el consumo de droga por parte de los jóvenes ¿qué estimulo pueden recibir de padres, maestros y amigos no consumidores?

De ahí que conocer las razones del éxito o el fracaso; y comprender y procesar de manera equilibrada esas razones nos puede conducir a un sentido de capacidad y competencia para manejar los éxitos y dificultades de la vida. ¿Ha visto usted a algún adicto orgulloso de su condición? Por el contrario, quienes asisten a Alcohólicos Anónimos en vez de ufanarse reconocen que tienen una problema que no pueden dominar.

Y ahora viene la tragedia del ‘libre desarrollo de la personalidad’ y el pronunciamiento de la CC. Este ocurre, y nos preocupa, porque la ley es general y para todos, por lo que no cubre muchas situaciones particulares, por ejemplo, la de los parques donde concurren mascotas, niños, adolescentes y adultos responsables o descarriados. Tampoco tiene en cuenta las diferentes características de una personalidad ya formada o en formación.

Además, como sabemos, los narcotraficantes de alucinógenos se enfocan en los jóvenes y adolescentes, pero debido a la formación de la personalidad ya descrita, el resultado es el de niños o adolescentes exitosos o fracasados; es decir, personitas con un sentido de fuerte identidad, independencia y control; o los que están confundidos y no saben el porqué que serían los más propensos a caer en el vicio. En esa etapa de desarrollo de la personalidad, los niños y adolescentes son expuestos al peor peligro para su proyecto de vida, cuando la droga se puede consumir en espacios públicos. Y esa exposición a la ‘normalidad’ de la droga, o ejemplo de adultos irresponsables, seguramente influirá sobre su identidad como personas.

Cuando los psicólogos hablan de identidad, se refieren a todas las creencias, experiencias, ideales, valores personales y sociales, que ayudan a moldear y guiar el comportamiento de una persona. Completar esa etapa con éxito lleva a la fidelidad, que es la capacidad para vivir de acuerdo con los estándares, expectativas de la sociedad y los compromisos personales. La identidad del ego es el sentido consciente del yo que desarrollamos a través de la interacción social, con nuestra intimidad y la de los otros, por lo que se convierte en un foco central durante la etapa de identidad frente a la confusión o claridad del desarrollo psicosocial. Pero esa identidad del ego cambia constantemente debido a las nuevas experiencias e información que adquirimos en nuestras interacciones diarias con los demás y en nuestro sentido y experiencia de lo que es verdad.

A medida que tenemos nuevas experiencias, también asumimos desafíos que pueden ayudar o dificultar el desarrollo de la identidad. ¿Pero qué sucede cuando el consumo de drogas recibe aprobación social? ¿Y qué pasa si esa aprobación social no pasa por el insobornable filtro de la verdad de lo que es moralmente correcto de acuerdo con un superior, inteligente y responsable esquema de prioridades? Y ahora vienen las preguntas del millón:

¿Cómo ayuda la ‘libre’ escogencia de consumir o no, alcohol y alucinógenos en el espacio público a una personalidad en formación y posiblemente confundida? ¿Alguien, en su pleno sentido humano y racional, quiere ser un adicto fracasado? ¿Para qué nos da el estado educación gratuita, es decir que asume una función paternalista, si no es para que seamos personas de éxito, útiles para la sociedad? Si esa misión paternalista del estado no fuera correcta, no existirían la confusión ni la culpa ante el fracaso, ni cuando nos falta ese apoyo.

Supongamos entonces que el adolescente pasa a la edad adulta para explorar sus relaciones personales significativas, cercanas, comprometidas, duraderas y seguras que son la base de la familia, la sociedad y el amor real, no el romántico. ¿Contribuyen las drogas a ese logro? ¿Acaso no hemos visto que los drogadictos sufren aislamiento emocional, soledad y depresión?

Al tener éxito enfocándonos en nuestra carrera y familia, siendo activos en el hogar y la comunidad, nos sentiremos productivos e involucrados con el mundo. Cuando esta etapa se cubre con éxito surge entonces la virtud de preocuparnos por los demás, el medio ambiente, el mundo. Y cuando nos llega la inevitable vejez, si es que las drogas nos permiten vivir esa hermosa o frustrante experiencia, ahí recordaremos los acontecimientos de nuestras vidas, y determinaremos si fuimos felices, o si nos arrepentiremos por lo que hicimos o dejamos de hacer; si nuestra vida fue un desperdicio ante el que experimentaremos arrepentimiento, cinismo, un sentimiento de amargura y desesperación; o, por el contrario, exultante felicidad ante el cumplimiento de nuestros deberes y una convicción de paz interna ganada con el sacrificio consciente y valiente. Ese logro nos dará una convicción de integridad y seremos entonces los sabios respetables a los que se les consulta. Tendremos la tranquilidad para enfrentar la muerte.

¿Puede entonces un cacho de marihuana ayudar al ‘libre’ desarrollo de la personalidad, sabiendo que esta es el resultado de la responsable, espontánea, respetuosa e interdependiente relación con los otros a lo largo de la vida? Por lo tanto no es solo la libertad la que constituye el fundamente de la dignidad humana y su desarrollo, sino el viejo contrato social que la CC ha olvidado, y que tampoco ha cuestionado. ¿Qué es lo que molesta profundamente sobre la posible decisión de la CC?

La falta de acción y pronunciamiento sobre las reglas de moral convencional. Estas significan las mutuas expectativas que tenemos; es decir, si yo me porto bien, tú también debes hacerlo, lo que es importante para el orden social. Pero… ¿Qué juicio hará un niño, si en un parque, un adulto consume marihuana, bebe alcohol, y él no puede hacerlo, mientras ve que un policía se pasea tranquilamente frente al adicto o aficionado? ¿Qué significa esa contradicción existencial en relación con la autoridad que debe existir en el hogar en la formación de los niños, si la sociedad contradice lo que el hogar enseña y que se centra en mantener la ley y el orden siguiendo las reglas, cumpliendo con el deber y respetando la autoridad? ¿Cómo afrontará un niño o adolescente en formación la verdad de asumir la conveniencia o inconveniencia de la autonomía individual y su costo, o cierta equivocada heteronomía impuesta por la sociedad y su beneplácito (eres parte del grupo de los ‘liberados’ de la opresión patriarcal) para júbilo de los narcotraficantes?

Desde luego que el niño crecerá, entenderá y oirá hablar de los diferentes valores, opiniones, creencias de otras personas; que las reglas son importantes para mantener una sociedad, pero que los miembros deben ponerse de acuerdo. ¿Qué hará cuando ese acuerdo no es posible y recuerde su ‘inocencia y obediencia’ frente al conflicto del parque que era la incoherencia de una tolerancia frente a lo malo, avalada por un representante de la ley y un adulto irresponsable?

Sabrá qué frente a sus acciones reales tiene que haber un comportamiento moral correcto; pero también tendrá la opción de argumentar que para muchos hay una gran diferencia que debe ser aceptada, entre lo que dicen, profesan y hacen. Eso se llama hipocresía social. De ahí que ese razonamiento no pueda evitarnos el hacer juicios sobre la inutilidad de las leyes que buscan una justicia equilibrada, porque dejan por fuera factores como la honestidad radical, compasión, el cuidado, el respeto por los otros y los sentimientos interpersonales que pueden jugar un papel importante en la coherencia del pensamiento y la acción moral en beneficio de todos. Eso es lo que la Corte Constitucional no resuelve, por ahora. Por lo que nos deja una inmensa duda al tomar conciencia de sus pronunciamientos y contradicciones según la información arriba citada.

CONCLUSIÓN: Con todo lo anterior creo haber demostrado que el sujeto moral del que hablaba el Profesor Gaviria en LA DEFENSA DE LA AUTONOMÍA EN UN PAÍS HETERÓNOMO que expuso en la Conferencia Internacional sobre Ley y Justicia que tuvo lugar en Coímbra del 29 al 31 de mayo de 2003, ese sujeto, digo, no es el resultado de una generación espontánea gracias a un muy respetable pronunciamiento político – jurídico de corte liberal, sino el resultado de una compleja función evolutiva en la que concurren elementos de libre autonomía y necesaria dependencia. Desde el Catecismo Astete para niños de 8 años, que distinguían el bien del mal, es decir, para sujetos morales conscientes de sus acciones, ¿se desarrolló su personalidad autónoma de manera responsable gracias a la dependencia de adultos responsables, o ese desarrollo fue el resultado de decisiones ‘libres’ en obediencia a la ley? ¿Qué dice usted?

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